El Extraño caso del libro con las páginas en blanco.

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Siempre he adorado mi trabajo, pues me llena de grandes satisfacciones, no así de dinero. Soy detective en el área literaria y mi trabajo consiste en investigar, atrapar y encarcelar a los delincuentes literarios que últimamente abundan como plagas en mi ciudad.

En cierta ocasión. El día había transcurrido de manera apacible, salvo mi peculiar secretaria Mixhit que ese día se había  presentado con el cabello teñido de azul-pitufo y para variar había pasado la santa mañana tecleando y no en la computadora sino en su celular, mandando y recibiendo un sinfín de mensajes de texto "¿Será que ya tiene otro pretendiente? "

La muy pícara tiende a cambia de "novio" a cada rato, ha tenido más pretendientes que yo casos en la agencia detectivesca literaria en lo que iba del año.

De repente. 

—Pum, pum, pum. . .

Se escuchó en la puerta principal con tanta insistencia que el retumbe llegó hasta mi oficina. Lo que me obligó a levantarme de mi escritorio, mientras pensé:

"Caramba, acaso ese insensato no ha visto el timbre de la entrada"

Abrí la puerta de mi oficina y le dije a Mixhit que si no había escuchado que alguien estaba por derribarnos la puerta. Ella se levantó apresurada y en lo que abrió. Hizo su entrada una hermosa dama de aspecto fino, pero vestida de manera humilde; casi se llevó por delante a mi atolondrada secretaria que logró torearla con elegancia. Aquella mujer vino derecho hacía mi.

—¿Es usted el detective Augusto Librón? —expresó  con una voz sensual, cautivando mis agudos oídos, sin esperar repuesta continuó de manera desbocada. —Me han dicho qué es muy bueno en su trabajo. No se preocupe por el pago, estoy dispuesta a pagar lo que sea...

Augusto Librón Detective Literario   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora