Finalmente salí de mi oficina con un nuevo aire y aborde a mi secretaria que para variar estaba pintándose las uñas.
—Oye Mixhit —la abordé obviando sus coloridas uñas, ya no venía al caso el reclamo y pregunté—: ¿Si tuvieras la fortuna de los Letrados, te vestirías tan pobre cómo la viuda?
Mi secretaria me sonrió con picardía entendiendo la insinuación de mi pregunta.
—Por supuesto que no jefe, usaría los mejores trapos que pudiera comprar con semejante fortuna heredada.
—¡Eso pensé mi querida Mixhit! ¡Eso pensé! Aquí en definitiva hay libro encerrado.
De esta manera cambié drásticamente la línea de investigación, me enfoqué a indagar la supuesta muerte del Sr. Letrado y en su fortuna.
Así que atando cabos por aquí y deshojando libros por allá, finalmente pude descubrí el gran fraude que se estaba imprimiendo en mis narices. Todo fue cuestión de una vulgar estafa. Debido a los malos negocios de los esposos Letrado-Medina y a su excedentes lujos, estos habían dilapidado casi en su totalidad su inmensa fortuna. Es ahí cuando recordé las facturas del casino y de los hoteles, sin embargo en aquel momento no le di la debida importancia. En los interrogatorios nadie asomó la inminente quiebra. Ya veo que entre ricos no se pisan la chequera, todos sus allegados lo sabían o por lo menos lo sospechaban, pero decidieron ocultarlo deliberadamente.
En fin, los esposos durante meses idearon el plan para quedarse con la colección de los Hermanos Grimm y así poder venderla al mercado negro de los libros valiosos.Resultó que casi me engaña la muy astuta dizque viuda, al dejarnos inspeccionar a Juan, el Alquimista y a este servidor toda la colección y así obtener la certificación de originalidad de todas las obras que reposaba en su cámara de seguridad. Fuimos su coartada perfecta. No obstante pude descubrir a tiempo que existía otra colección casi tan exacta como la que se encontraba bajo el resguardo de ellos y la misma se encontraba en exhibición especial en la Real Biblioteca de las Naciones. Fue hecha principalmente para mantener en secreto la verdadera que es la que resguarda la familia Letrado desde hace más de tres siglo. La diferencia entre ambas colecciones radicaba en su contenido. Mientras una estaba toda con todas las páginas en blanco, la que ellos conservaban estaba con todo su contenido literario. Con malicia y avaricia, lograron obtener el último libro en blanco de la biblioteca por medio de uno de sus custodios que por cierto, el susodicho había fallecido manera extraña sin hacerse una investigación previa del asunto. Gracias a unos contactos y uno que otro favor que cobré con gente de importancia, pude conseguir la orden para exhumar el cadáver del pobre diablo y comprobar que había sido asesinado al mejor estilo de la afamada Doña del crimen en papel: Agatha Christie, es decir, mediante envenenamiento por arsénico. Con este nuevo descubrimiento y otras hojas sueltas de este caso llegué a concluir que la muerte del Sr. Letrado era otra falsa más del su maléfico plan, así es, ya podéis presumir que el esposo fingió su muerte ingiriendo una sustancia que paralizó sus funciones vitales para poder tener testigos de su fallecimiento. Por supuesto la dizque viudita terminaría la estafa. Me buscó para de esa manera poder obtener de mí la certificación de originalidad y el libro de las páginas en blanco quedaría como un misterio sin resolver hasta que al cabo de un tiempo prudente y libre de sospechas los hábiles delincuentes pudieran vender tranquilamente el verdadero ejemplar que mantenía escondido el Sr. Letrado en una bóveda de seguridad. Este sólo ejemplar estaba valorado en muchísimo dinero.
En el interrogatorio final, la "viuda" al verse descubierta, optó por denunciar al marido revelando la ubicación de su escondite. Así pude encarcelar al par de joyitas y cerrar al fin el caso.
Pero no todo fue felicidad pues, al encarcelar a mis clientes no pude cobrar ni un mísero centavo por mis servicios.
De regreso en mi oficina, una impaciente y decepcionada Mixhit me esperaba con un nuevo look. Su abundante melena ahora tenía unas mechas entre fucsia y negro. Al verme entrar me reclamó duramente.
—La próxima vez jefe, cobre por adelantado.
¡Hasta el próximo caso!...
Fin...
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Augusto Librón Detective Literario
HumorRelatos cortos de ficción sobre un detective privado en el área literaria llamado Augusto Librón. Cada relato es un asomo superficial a los grandes enigmas que están inmersos en la literatura plasmado de modo jocoso. A este particular detective lo...