11.

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Capítulo once: El Esteban.

-¡Alex, los pañales! – grité.

Conchetumare, jamás...¡Jamas! Me imaginé así de preocupada por ir una tarde a la playa, teníamos que echar todas las hueás o si no el Vicente lloraría y el super paseo se iría a la chucha.

-¡¿Se pueden apurar?! – gritó el Lucasio – Nosotros echamos cualquier hueá.

-Aquí está el mudador – dijo el Alex y el Lucasio se rió.

-¡Estos weones son muy cuaticos! – se empezó a reir con la Barbi - ¡Mira echan hasta un oso de peluche!

-¡Primerizos! – se rieron.

Uy, ellos po, los expertos en guaguas, weón oh.

-¡Chucha calmaó que van los expertos en ser papás! – dijo el Alex – Ya no vamos a ninguna cagá.

Se taimó.

-¡Ya po, Alex! – dijo el Lucasio - ¡No podís ser tan sentido!

El Alex siguió negando a brazos cruzados.

-¡Ya pero que tanta hueá necesitan po, para buscar todos! – dijo la Barbi.

Conchetumare, al fin una hueá inteligente dios mío.

-Pañales, toalla, juguetes, leche, muda. – dije – Solo me falta toalla.

-¿Y que hacía ese weón con un mudador? – se rió el Lucasio, yo me encogí de hombros.

-¡¿Qué no me puedo preocupar?! – gritó - ¡Uy si! ¡Perdonen! ¡Por ser tan buen padre!

Y se encerró en el baño.

Ante ustedes, señores... ¡Alex Marzoli!

***

-¡Vamos a la playa oh oh oh! – cantó la Barbi – A ver a los argentinos oh, oh, oh...

El Lucasio la miró feo.

-Contrólate, Barbi de Lucasio. – me reí – fea la hueá.

Al menos a ella le piden.

Me webeo sola, weón.

-¡Vamos a la playa, oh oh oh! – cantó el Lucasio – con el caracho largo, oh oh, oh...

Todos miramos al Alex.

-¡Agradezcan que vine! – dijo y se cruzó de brazos.

-¡Gracias Dios por la compañía de Alex la pantruca! – nos reímos.

¿Por qué pantruca? Porque el Alex escuchó que hacia calor y el weón cuatico se echó todo el bloqueador en el cuerpo.

-¡Ya me reíre yo! – se rió – Cuando ustedes estén como camarones y yo... fresco como lechuga.

-Ok – dijo la barbi – Ya Rafa te toca hacer tu "vamos a la playa"...

Chucha...

-Vamos a... - empecé.

-...Santiago – terminó el Lucasio. Y la Barbi se cagó de la risa.

-Te salió buena, weón – se dieron las cinco.

-¡Me quiero bajar! – gritó el Alex.

-¡Son pesados, conchesumadres! – le pegué a la Barbi.

-¡Estos weones vienen con las ganas de webearnos, Rafa! – me dijo el Alex.

-¡Ya si estamos webeando oh! – dijo el Lucasio que estaba manejando – Ya Alex, di el tuyo.

No somos los típicos chilenos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora