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Capítulo catorce:  Pasitas.

Habían pasado tres días después de lo de la playa y todo estaba más o menos normal, con el Alex estábamos bien y mucho mejor porque el weón del Santiago no nos había molestado.

Osea que su amenaza me la pasé por la raja.

Ahora con el Alex estábamos pasando una tarde de puro amorsh con películas y cosas ricas – bueno las cosas ricas me las comía yo - , ya que la amorosa mamá del Alex quiso salir con el Vicho.

Ojalá se haya portado mal el weón, ah re mala.

-Alex – me paré de la alfombra y pausé la película.

El weón no me respondió, ay si sé que la película esta buena pero no es para tanto, me di vuelta para míralo y estaba raja.

-¡Alex culiao! – le pegué y despertó – ¿¡Estabai raja, weón?!

-No, mi amor, si estaba pegando una pestañada no más. – se limpió los ojos y le salió hasta chuchoca – ¿Que pasa?

-Extraño a mi mamá y a las pasas. – lo miré y él se acomodó en el sillón.

-Podríamos ir a verlos hoy en la noche – me sonrió – El Lucasio irá hoy en la tarde para hablar del matrimonio.

-¡No! – grité y me paré – ¡Vamos po, si nosotros también somos padrinos!

-Ya, y tú película que no estabaí tan metida. – entrecerró los ojos.

-No, me importa un pico, al final muere el weón. – me arreglé el pelo y apagué la tele. – ¡Muévete po!

-Eris sapa, Rafa – se rió y tomó las llaves del auto.

-¿Y qué? ¡Si no estábamos haciendo nada! – me amurré.

-¡Yo tenía pensando después de la película! – me dijo.

-¡Ay Alex! ¡Se suponía que no veríamos la película po! – le grité – Este weón tan poco atinao.

-Oye...

-¡No, si na que "oye"! – lo miré mal – Me subí arriba tuyo y me tiraste a la alfombra po, weón fome.

-Ay pero...

-No, después me vengaré yo – caminé hasta el estacionamiento.

***

-¿Mamá y las pasitas? – entró el Lucasio y miró para todos lados.

-Llegaron antes de ayer – le dijo mi mamá.

-¿Y por donde andaban los cachonditos? – le preguntó la Barbi y nos reímos.

-¡Por las Vegas! – gritó mi mamá. – No se querían venir.

-¿Y dónde están? – volvió a preguntar el Lucasio. – ¿Por qué no me llamaron? ¡Siempre me llaman a mí para ir a buscarlos!

-Ah no sé po, Lucasio – mi mamá puso los servicios – Barbi, ¿Ayúdame al almuerzo?.

-Si po, suegris – dijo la Barbi – Ay pero yo también quería hablar con las pasitas.

-No po, si eso lo hablaremos en la mesa – dijo el Lucasio y mi mamá lo miró mal.

-Ya y ¿Dónde están mis tatas po, mamá? – le pregunté.

¡Tanto color que le estaban poniendo!

-Arriba. – dijo mi mamá. – No los hagan bajar, hasta cuando este servido.

Rodeé los ojos, mi mamá mientras más le pasan los años más cuatica se pone, weón. Subimos las escaleras y el Alex me tomó la mano, ay tan lindo mi amor.

No somos los típicos chilenos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora