×Emma×
David abrió la puerta y en ese momento quise darme vuelta y huir. Me dolía la frente por el golpe cuando frenó con brusquedad en el auto y me sentía un poco mareada. Aún asi, entré detrás de él.
-Bienvenida -dijo encendiendo las luces. Me encontré en un pasillo largo, lleno de fotografías colgadas en la pared, no me detuve a verlas, él iba apurado (no se si nervioso) guiándome y yo lo seguía silenciosamente. Encendió la luz de lo que era la cocina y rebuscó en la heladera, un monstruo en mi estomago llamado "Hambre" rugió.- ¿Quieres tomar algo?
-Emm, si y comer tambien.- contesté. Me miró extrañado. —Me dió hambre.
-Mmm, genial, tengo algo de comida chatarra por aqui.
-Genial.
-¿Sabes? No estoy acostumbrado a ver a una chica comer, suelen estar en una dieta eterna siempre que estan cerca mio.
-No somos todas iguales.
-Lo sé.- me dio una bolsa de nachos sonriéndome- Y me encanta encontrar a alguien diferente.-Lo ayudé y juntos preparamos unos buenos nachos con queso derretido. Yo llevaba los nachos en una fuente mientras él tomó unas gaseosas de la heladera y me guiaba.
Subimos unas escaleras en plena oscuridad donde casi me caigo repetidas veces y el contenía unas risas y un pasillo largo en el cual debimos ser muy silenciosos. Casi al final nos encontramos en su cuarto. Había una cama grande con ropa encima y ropa sucia por el suelo. Dave dejó las latas de gaseosa y se puso a juntar lo que estaba en el suelo.
-Perdón por el desastre, normalmente solo vienen mis amigos.
-¿Y a tus amigos no les molesta este desastre?- bromeé.
-No tienes idea de lo que hay en sus cuartos, cariño. Siéntate aquí, dame eso que yo me ocupo. Tu, ponte cómoda.
Me senté en la punta de su cama observándolo divertida. Dave no tenía ni idea de quien era yo y eso me resultaba gracioso porque nos conocimos cuando teníamos once. Yo lo recordaba porque la primera vez que lo vi ese verano, me enamoré perdidamente. Fue mi amor platónico un tiempo. Eventualmente, David se mudó con su familia, y gracias a eso dejé de ir a la casa de mi primo Charly.
-¿Estás seguro que no te molesta que esté aquí?- murmuré. Él me miró sin dejar de esbozar una pequeña sonrisa.
-No tienes idea de hace cuánto quise hacer esto.-Me sonrojé sin entender a qué se refería.- Quiero decir... ¿soné como un pervertido?
-Si, un poco-reí.- Igual no te tengo miedo, no habría forma de que lo tuviera. Siempre fuiste un chico muy bueno.
-Respecto a eso, ¿me dirás cómo fue que nos conocimos? ¿Cuántos años teníamos?
-Creo que tu...doce y yo once o diez. Fue uno de los primeros fines de semana que estuve quedándome en lo de mi tia. Charly y tu se juntaban a jugar a los videojuegos todo el tiempo. Yo me la pasaba con mi prima. Nunca entablamos una buena conversación.
-¿Y por qué te acuerdas tan bien de eso?
Me encogí de hombros.
-Tengo buena memoria.
Comimos los nachos que ya estaban frios y bebimos esa gaseosa en modo de concurso. Quien terminara primero su lata de un trago dormiría en la cama y el perdedor le tocaba el suelo. Perdí al ahogarme con el gas. David se regodeó lo que quedó de la noche. Puso una película y la miramos en silencio a excepción de sus preguntas y a veces sus juegos intentando molestarme. Para cuando terminó trajo una bolsa de dormir y la armó para mi.
-Esta es tu cama, campeona.
-No es justo, ¡me prometiste una cama!
-Oye, tu propusiste el juego y perdiste. Ahora debes cumplir sin quejas. ¿Te gusta el anime?
-Si, me gusta. ¿Por qué?
-¿Te gustaría ver uno conmigo?
-Dale.- me recosté en el saco de dormir y él se acostó en su cama mientras ponía en la TV un anime que veía de muy chica. No me molestó en absoluto volver a verlo, me trajo recuerdos. Pero al cabo de un rato, el sueño me invadía poco a poco. Miré a Dave detenidamente, aún seguía siendo el chico guapo que conocí, las facciones de su rostro estaban más marcadas, sus ojos verdosos estaban escondidos detrás de sus pestañas largas y arqueadas. Sus labios rojos parecían pintados, pero de forma sorprendente eran así. También eran gruesos, de tal forma que te hacia preguntarte si besa tan bien como se ve.
Un momento, ¿acaso me estaba preguntando cómo besa David? Bueno, viéndolo así tranquilo, siendo tan amable conmigo, sonriéndome siempre que me mira. No podía creer estar ahí esa noche, con él ¡Y en su casa! Tenía tantas ganas de sentirlo cerca mio...
Me sorprendió mirándome, sentí un revuelo en mi estómago y la cara enrojecía mientras desviaba la vista al televisor.
-Oye, ¿estás bien?- asentí con la cabeza, no me atrevía a mirarlo. Creo que nunca más lo miraré a los ojos.- Te enojaste ¿verdad?
-No, no.
-Hey, Emma- me tocó el hombro- ven aquí.
-¡¿Qué?!- la sorpresa me hizo mirarlo, sonreía.
-Acuéstate conmigo. Ven.- negué- Vamos, no te haré daño, me han amenazado de muerte, ¿recuerdas?- al recordar eso, me reí, Alex suele cuidarme así.- Me hace mal verte sufrir en el suelo.
-No estoy sufriendo, tonto.
-Bueno, aprovecha mi generosidad.- Abrió las sabanas y se corrió más atrás dejándome lugar. Malditas propuestas indecentes, pensé. Me recosté a su lado, llena de vergüenza.
-No se te ocurra nada raro, o rodará tu cabeza.-le advertí. Él se rió.
-Tranquila.
-Eres un tonto.- me estaba preparando para seguir mirando la serie, pero Dave me giró a él, esta vez con más confianza.
-Oye, quería que sepas que estoy muy contento de tenerte aquí. Tenía muchas ganas de tener una noche tranquila y divertida. Eres la mejor compañía.
-Bueno, gracias por dejarme dormir aquí.
Extendió su mano y acarició mi mejilla. Me corrió el pelo, poniéndolo detrás de mi oreja. La misma sensación cuando me descubrió mirándolo, me recorrió por la espalda. Creo que quiso besarme. Dije creo porque desvié la mirada a la tele. Poco a poco,le di la espalda y me quedé mirando el anime en la tele hasta sin darme cuenta, quedarme dormida.
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Siempre te amaré
Novela Juvenil-¿Que haces ahí parada?- mi mamá se me quedó mirando. Me sentí una boba sonriéndole. -Nada.-contesté. Me encogí de hombros y me dispuse a ir a la cocina. -Tienes que tomar tu medicación. -dijo. El tema es que, en todo ese remolino de desgracias en l...