Cap 7.1

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~David~

Luego de ese episodio con Alex no volví a lo de Charly. Tampoco le expliqué porqué. Preferí pasar ese tiempo con Emma, quién hizo de cuenta que no pasó nada. A pesar de eso, aún me molestaba saber las verdaderas intenciones de Alex y en momentos me entraba la curiosidad de saber qué le ocurrió a Emma en el pasado. ¿Qué podría hacerme querer huir de ella? Pero deseché esos pensamientos. No me interesaba su pasado o los rumores de los demás.

Pasaron unos días hasta que volvimos a vernos. Fue perfecto. Hice esos sándwiches para un picnic que resultó ideal. Le regalé esa cadenita con el anillo que tenía nuestras iniciales grabadas. No olvidaré nunca su rostro ese día. Con ella a mi lado me sentía en otro mundo, cómo si me transportara, solamente con dedicarme una sonrisa. O cuando los mechones de su pelo corto invaden su cara, cuando achina sus ojos y arruga su nariz en una mueca tierna. Me enamoré como nunca antes. Embarrado de amor hasta la nuca.

Veía su foto de perfil y sonreía. Su bufanda roja estaba guardada en el cajón de la mesita de luz. La sacaba cuando la extrañaba mucho para sentir su perfume. Si era por mi, vería a Emma todos los días. Pero ella se negaba, siempre tenía cosas que hacer. Pero no dejábamos de mandarnos mensajes o llamarnos. Aún así, me costaba ignorar esos sentimientos de inseguridad cuando la quería ver y ella decía que no podía. Una de esas noches, Leo fue tan oportuno de caer a mi casa, se veía en su cara que algo pasó con su chica, más que seguro.

-¿Qué pasó?-pregunté al verlo.

-Ni me hables.- contestó entrando.

-¿Entonces para que vienes a mi casa?

-¿No estás con tu chica?

-¿Emma? No ¿Por qué?

-Qué raro. Como no apareces más por mi casa.- sonreí divertido.

-¿Esto es una escena de celos?

-¡Claro que si!

-Pero si fuiste tú quien dejó de venir por tu novia, la Milanesa esa.

-¡Es Mila!

-¡Es lo mismo! -dije haciendo una mueca.-Bueno, dime ya ¿Qué pasó?

-Discutimos.-agachó la cabeza.

-¿Por qué?

-No sé, una tontería. Vine aquí a distraerme porque quiero hablarle y la extraño.

-Bien. No meteré mis narices en eso.

-¿Tienes comida?

-Supongo.

Sin decirle nada, fue hacia la cocina y lo escuché quejarse.

-¡No compraste cerveza!

Puse los ojos en blanco.

-¡Lo sé!

Se acercó con un bol de comida preparada que me dejó mamá. Tenía una mancha de salsa en la comisura de la boca.

-¿A ti qué te ocurre?

-Nada, hombre.

-Oye, no quiero meterme pero, ¿Hace cuánto no ves a tu novia?

-Tres semanas.

-¡¿Qué?!

-¿Qué tiene?

-Amigo, estás perdido.

Siempre te amaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora