"Primera Cita"

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Pocas veces se había sentido tan frustrado esperando en la cola de un supermercado, y el cajero ni siquiera se había percatado de que la fila llegaba hasta las estanterías, más seguía atendiendo gente como si el tiempo de los demás le valiera mierda.

Si ahora mismo estuviera en un auto, de seguro estaría tocando bocina como un desquiciado, sin embargo, no era el caso, y como necesitaba llevar sus víveres, se resigno y esperó, como cualquier persona decente haría.

Para colmo, como si no tuviera suficiente ya, detrás de él estaba una niña con sus auriculares, mascando chicle y cantando como si estuviera en su propia casa.

Con la moral al limite, y los ojos rojos de ira, se dio la vuelta y encaró a la pequeña.

–¿¡Podrías dejar de masticar como una maldita vaca y cerrar la boca de una jodida vez!?

–Si, claro que podría, ¿alguna otra pregunta? –se burló a la vez que enfatizaba el gesto.

–No, pero mas vale que te calles si no quieres que... –No pudo terminar de hablar cuando un guardia se acerco a ellos.

–¿La esta molestando, dama? ¿Hay algún problema? –preguntó Mr Músculos parándose al lado de Ayden.
–Si, este niño de aquí me esta molestando –Esa voz había conseguido irritarlo tanto en solo cinco minutos.

–¡Yo no hice nada! Es ella la que...

Las mejillas de la chica se pusieron de un tono rosáceo y una única lágrima rodó por ellas.

–Señor, él quiso golpearme, por favor aléjelo.

El guardia tomó a Ayden de los hombros y lo empezó a arrastrar por el pasillo.

–P-pero, ¡por favor! ¡Si se notaba a cuadras que la lágrima era falsa! –Ella le sonrió con malicia, mientras lo saludaba y guardaba un pequeño gotero en su mochila.

Al fin llego a una cuadrada oficina, donde el gerente de la tienda lo esperaba, con su pipa humeante y su bigote estilo mafioso, para darle el sermón de su vida, mientras él aseguraba que nada de eso había pasado.

Luego de Dios sabe cuanto tiempo, el Señor Pesas escoltó a Ayden a la entrada, no sin antes claro, tomarle una foto y clavarla en el muro de "Prohibidos", no solo ya no podía volver a entrar, si no que ni siquiera le dejaron llevar lo que ya tenia en su carrito, y todo por culpa de... Ella.

Parada en la vereda, tomándose un helado, con una sonrisa de oreja a oreja, si sera desgraciada.

Sin pensarlo demasiado, se acercó y de un hábil manotazo ~como si a robar helado se dedicara~ lo tomó y se lo comió de un solo bocado.

El rostro de la chica se desfiguró, y miro hacia arriba para ver quien adornaría ahora su muro. El verlo jactarse de su hazaña no hizo mas que enfadarla. Su cara fue la envidia de cualquier demonio o monstruo de las películas. Sin dudarlo, propino una patada en el sector bajo del muchacho, haciendo que este caiga al suelo, aún con el cucurucho del helado en la boca.

–Si seras... –La hija perdida de satanás puso el dedo índice en sus labios, ordenando silencio–. Me las vas a pagar, te lo juro.

Aún adolorido se levanto como pudo, la tomo del brazo con fuerza, y la arrastro por varias calles, claro que, por el dolor, se movía dando extraños saltos, como un mono; aunque poco después ya casi corría como una persona normal. Ella por su parte, solo se dejo llevar, corriendo detrás de él.

Al fin pararon en un sitio donde no transitaba la gente y que de hecho era digno de cualquier película de terror, él la soltó, y ella se fijo que su blanca piel ahora estaba marcada por la mano de ese ingrato que ya había sacado lo peor de si misma.

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⏰ Última actualización: Feb 06, 2017 ⏰

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