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Querido Gerard :

Te he visto despertar esta mañana, yo no pegué un ojo en toda la noche. Eres demasiado apasionante, me pasé toda la noche entera mirándote. No pude evitarlo... cada vez que intentaba apartar la mirada, mis ojos se dirigían de vuelta hacía tí en unos segundos. Tuve la intención de salir para tener una mejor vista de tí varías veces en la noche, pero me resistí. No podía dejar que me descubrieses, no por ahora al menos.

Me parecío que te pasaste demasiado tiempo en el baño por la mañana, asumí que dándote una ducha o poniéndote maquillaje. No, ¿Por qué harías eso Gerard? Cualquier cosa que pueda cambiar tu aspecto a natural sólo ocultaría tu verdadera belleza. ¿No quieres que todos vean lo que yo veo de ti? Te marchaste poco después a trabajar, o eso creo, desde aquí se notaba el deliñeado que te hiciste. Tras reflexionarlo un momento, decidí salir del conducto. Deslicé mi mano por una de las rendijas y saque los tornillos. La superficie de la rendija era muy lisa, así que fue fácil encontrarlos. Agarré uno y lo retorcí tanto como pude, y finalmente lo pude sacar. Hice esto con los otros y retiré la rendija.

La primera cosa que hice fue ir al baño. Me deshice de todo lo que pudieses usar para cubrir tu cara, esas cosas me repugnan. De esta forma todos verían cómo eres realmente. También encontré algo más ahí, tu cepillo para el cabello. Lo agarré y lo traje a mi cara para examinarlo; era de un azul apagado, con un mango redondo de mucho espesor. Pero eso no me interesaba, los cabellos... eso era lo que me interesaba. Me tomé unos minutos sacando todos los que podía ver, y los alineé en tu repisa, los conté, obtuve 59. Esto me satisfizo enormemente; los recogí y los guarde en mi bolsillo.

Pasé el resto del día revisando tus cosas para aprender más sobre ti, tus intereses y tal. Veo que eres un gran fanático de los comics. Encontré tu colección detrás de tu armario, tengo que admitir que es muy imprecionante.
Pero he encontrado algo allí que me hizo enfadar, una foto tuya con otro hombre. Me da rabía con tal sólo mirarlo, abrazándote cómo si le pertenecieses. No te hará falta.

A eso de las ocho de la noche me pareció que lo mejor sería regresar al conducto de ventilación, siempre sueles llegar a esa hora... Luego tuve otra idea. Miré hacía tu cama, las mantas estaban colgando por lo bajo, lo suficiente como para rozar el suelo. Así no podrías ver bajo la cama, a menos que la acomodases. Primero puse la rendija en su lugar, y luego me deslicé por debajo de tu cama con una sonrísa en mi cara. Cuando volviste estabas completamente pálido, más de lo normal, y me di cuenta de que venías con alguien más. Ese alguién te decía que escuchó ruidos venir de tu apartamento mientras no estabas. Me grité a mi mismo mentalmente, debía de ser más cuidadoso. Ir bajo la cama había sido una buena idea después de todo, ya que, obviamente, tu primer idea fue ir a ver la rendija.

Agradeciste a la persona y se fue. Por fin, estábamos a solas. Aguardé en silencio hasta que te fuiste a la cama, me parecío una eternidad hasta que lo hiciste. Esa noche sería mi oportunidad de tenerte más cerca; pero fui cauteloso, esperé hasta que estuvieses profundamente dormido, y sólo entonces me deslicé fuera de la cama. Y te vi ahí postrado, te veías increíble.
Cada curva de tu cuerpo era perfecta, cada pequeño detalle era hermoso. Te acerqué mi mano y empecé a acariciarte la cara, era tan suave como la seda.
Estaba muy excitado, tu belleza era abrumadora. Poco a poco me bajé el pantalón y empecé a tocarme, traté de controlarme para no despertarte, pero me fue imposible. Sentía el más puro éxtasis, todo sobre ti era perfecto.

Regresé a mi lugar poco antes de que amaneciera. Me aseguré de prestar atención estos días, no viste mi carta más reciente Gerard, simplemente no debes de chequear tu buzón. Hare un cambío, voy a dejar esta en tu repisa.

Ah, me olvidé, estoy preparandote una sorpresa. Fijate en tu armario después de leer esto.

Tuyo siempre, Frank.

Querido Gerard; frerard.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora