Capítulo 7. "El recuerdo del viento."

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Akiva se encontraba sentado en su habitación de huéspedes, en completo silencio. Ya no llevaba la habitual armadura, ¿para qué? Si quería poner el ejemplo, ¿qué mejor persona que el mismísimo Terror de las Bestias para empezar? 

Después, se obligó a si mismo a sacarse de la cama para la reunión que tenía con las demás quimeras y serafines para decidir el siguiente paso.

El stelian se encontraba exhausto. Recorrió un amplio pasillo desolado, justo cuando se topó de frente con las escaleras de marfil que parecían elevarse unos pisos más arriba y perderse en los extensos bordes del techo. Luego comenzó a subir las escaleras, paso a paso, una por una. Sintió el deber de no usar sus alas hoy mismo porque quería sentir el esfuerzo que era subir por la propia fuerza de sus pies. 

Era casi como sentirse al principio de los tiempos: él y Madrigal en la bahía, desolada y llena de destrucción.

Él y Madrigal en la fiesta, los delicados hombros de la kirin llenos de azúcar y los pequeños bichos llevándosela y una sonrisa radiante. 

Él y Madrigal a escondidas en aquél templo.

Él y Madrigal muriendo: Akiva en vida y Madrigal de forma literal.

Pero después estaba Karou. La bella Karou. Y lo demás era historia. Miró los escalones, ya más allá de un tercio y su respiración trabajosa se transformaba en un ruidoso resollar. Y llegando a la cima, casi por caer de rodillas observó el trayecto que había andado y se sintió orgulloso de dónde estaba. Y sabía que ya no iría a ninguna parte.

Seguiría subiendo escaleras, pasara lo que pasara. Y nadie le quitaría eso.

Y de pronto un grito resonó en los vacíos pasillos. El Stelian salió corriendo a donde venía el grito, sin ningún tipo de protección y se encaminó a la oscuridad.

¿Ya nos presentaron? Mi nombre es Ziri.Where stories live. Discover now