***PRÓLOGO***

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Monte Saint-Michel, el pueblo del Monte Saint Michel es un pequeño pueblo con tan solo 350 habitantes, es uno de los rincones más bonitos, pintorescos y espectaculares que hay en Europa. Este distinguido pueblo es muy conocido por la amabilidad, el respeto, la esperanza, el cariño y la bondad que surge en él. Es perfecto para llevar una vida tranquila y es así como las dos familias amigas Cho y Lee decidieron mudarse al norte de Europa para tener una vida mejor fuera de la robusta cuidad donde cada día crecía la inseguridad ciudadana.

Cuando ambas familias pensaban que no podían ser más felices, llegan a ellos dos nuevos integrantes de la familia que si pensarlo se querían más de lo que pudieran imaginar.



AÑOS DESPUÉS...


—kyu...—sollozo el pequeño Min después de caer fuertemente al seguir a su querido y preciado amigo.


—¡¡Minnie!! — desesperado al verlo caer, un castaño que a pesar de mantener la misma edad que su accidentado amigo parecía ser mayor solo por ser el más alto, preocupado por el sollozo que intentaba reprimir su amigo salto del árbol en el que se encontraba sin importarle la altura de este solo para socorrer a su querido amigo— Minnie... te hiciste daño.


—Kyunnie...


—Déjame ver tus manos— sin hacer caso al llamado de su amigo cogió sus manos descubriendo algunas raspaduras, adolorido por el daño de este, beso ambas manos que se encontraban entre las suyas prometiendo que siempre lo cuidaría sin importarle salir lastimado en el intento— vamos a curarte las manos Minnie.


—Kyunnie, tus rodillas... estas sangrando— sollozo.


—No, no, no. No llores Min, no me duele.


—Pero te hiciste daño por mi culpa, si no te hubiera llamado tu...


—Shh— lo beso inconscientemente, no sabía como evitar que su tierno conejo no llorara por su culpa y el beso era lo único que se le ocurrió. Además, una vez vio a su padre besar a su madre en un intento para que se callara cuando esta estaba muy enojada con él y funciono. Si con su madre funcionaba con su conejo también tendría que funcionar y efectivamente cuando su tierno amigo dejo de sollozar noto que este estaba tan rojo como un tomate. Se veía tan lindo así de sonrojado. — Eres muy hermoso Min.


—Kyunnie— si podía sonrojase más, el pequeño Min demostró que si podía hacerlo con aquello escucho.


—Cuando seamos grandes nos casaremos y formaremos una linda familia, seremos felices así como nuestros padres y tendremos unos hermosos hijos como tú.


—¿Lo juras?


—Lo juro— dándole otro beso inocente sello su juramento para luego llevarlo a casa de sus padres y r con todo el cariño y amor que le tenía a su pequeño y querido Min.



CUANDO ERAMOS NIÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora