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—¡Déjame en paz! —ordenó con voz quebrada. Comenzando a correr.

La entidad se limitó a dar grandes zancadas, en efecto, MinGyu no se escaparía de sus garras. Su debilidad la podía notar cualquiera, que era lo último que quería.

No puedes escapar de mí, MinGyu. Te has metido en mi zona y jamás te permitiré que salgas con vida de aquí.

Él creía que los fantasmas tenían voces distorsionadas o demoníacas, aquella voz sonaba tan humana... Estaba confundido. El terror dominaba con gran gusto en su debilitado cuerpo.

maizal + meanieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora