Turísmo por la tierra del sol ardiente

70 2 0
                                    

Al despertarme, lo primero que vi fue un destello de luz de ese abrasador sol que posee el continente. Cuando ya me despegué de las sabanas, fui hacia la entrada del balcón, abrí las ventanas y me pegué un estirón matutino, ahora solo me faltaba tomarme mi té matcha para poder ser persona. Cuando me vestí y cogí en una mochila todo lo que necesitaba para la ruta turística, baje al comedor donde me encontré a Ewan, mirando que iba a coger del buffet libre para engullir. Yo me tomé mi preciado té, un sándwich de pan tostado con plátano y Ewan un bol de cereales con una naranja de acompañamiento y un café. Mientras comíamos, fuimos hablando de las cosas que queríamos ver más en la visita turística. Yo le comenté
-Tengo muchísimas ganas de ver un baile tradicional de alguna tribu- a lo que Ewan añadió -Yo creo que lo que me provoca más interés, son las ilustraciones antiguas en las cuevas donde enterraban a su gente.- y así estuvimos por un tiempo hasta que acabamos de desayunar y fuimos a la entrada para esperar a que viniera Leema a buscarnos. No paso mucho tiempo hasta que Leema llegó con su coche... ah, por cierto, no os he contado sobre él, era una furgoneta bastante extravagante por dentro y por fuera que representaba exactamente como era ella, por fuera estaba pintada de colores como si fuera una furgoneta hippie y en grande había escrito "Leeema's Place", por dentro estaba lleno de accesorios de todo tipo, de atrapa sueños a un hornillo, parecía como si viviera allí, fue una duda que me inundó hasta que la aclaró cuando entro en la furgo y mientras iba recogiendo explicó
-Perdón por el desorden, poneos cómodos, lo que pasa es que con esta belleza me he recorrido muchos lugares, de Australia a Beijing y bueno cuando viajas mucho te vas olvidando de como ordenar las cosas de manera que sea un sitio apto para más de una persona- y extrañado Ewan le preguntó -Pero si viajas tanto, como es que te has vuelto chofer, como es que no estas en la otra punta del mundo?- y ella entristecida dijo -el dinero en algún momento se acaba y con el, los objetivos, así que volví a mi tierra natal, a ganar dinero, con esperanzas de volver a ver mundo-
Hubo unos minutos de silencio, hasta que Leema se volvió a animar y exclamo
-Pero que hago hablando de mi? Vamos estáis en AFRICAAAAA y es un lugar para ser visitado por mucho mas que una investigación arqueológica- se giro y abrió un taper en el que dentro había unas pastas un poco rancias pero comestibles, nos pregunto si queríamos y aceptamos una para agradecer su buen servicio y compañía. Fuimos a ver un pueblo Masai donde vimos una danza que llaman Adumu o la danza de los saltos, donde los jóvenes guerreros van saltando en cada etapa de su vida para ver lo alto que saltan y la resistencia y fuerza que tienen ya que al bajar, caen encima sobre los dedos de los pies para demostrar lo buen guerreros que son, parecía muy difícil pero al mismo tiempo divertido, luego visitamos una exposición al aire libre donde mostraban pinturas y objetos antiguos de pueblos africanos de hace mucho tiempo, seguidamente pasamos por la sabana para ver un poco de la fauna, vimos leones, jabalíes, ñus, hormigueros de hormigas rojas, etc.... Y por último, a las 15:00 horas, fuimos a visitar unas cuevas donde habitaron gente de la edad de las cavernas, era un sitio precioso, estaba restaurado de manera que atraía a muchísimas personas curiosas de verlo (no es broma, había como líneas de autobuses turísticos, menos mal que Leema conocía al de la entrada de un encuentro en un viaje a Alemania, que generosamente nos dejó pasar sin hacer cola).

Por dentro estaba todo oscuro, salvo por unos faroles que había en el suelo y en el techo, las pinturas eran increíbles, parecían estar hechas desde ayer de lo bien conservadas que estaban, mientras Leema y Ewan iban observando una pared donde estaba dibujado una escena de caza, yo me alejé bastante por curiosidad de que había más adelante de lo que estaba permitido por lo que decía la señal de la que pasé de largo. Por esa insensata acción, me resbale y caí hasta llegar a un lugar muy estrecho, lo que hice fue avanzar, hasta que me encontré en una sala subterránea, donde la única luz que había era un tragaluz situado en el techo por donde entraban los rayos solares en ese oscuro lugar.

Y así acabé en el lugar en el que mi vida daría un vuelco repentino, que me haría pensar sobre la linea entre la realidad y la imaginación, entre la vida y la muerte y entre lo natural y lo sobrenatural.

La Viajera de las AguasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora