Uno.

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Hoy te vi, tan linda y arreglada como siempre, admito que me dio nostalgia recordar los buenos momentos.

Me miraste tan seco que sentí toda clase de odio y recelo penetrando de tus pupilas hasta mi alma

te dediqué una media sonrisa lo cual hizo que ardieras más en cólera.

Solo eso bastó para arruinar tu día completo.

Sensible puede ser una palabra que te defina, pero la que no cabe sin duda alguna en ti es orgullo.

Volvimos a topar miradas pero esta vez emitían melancolía y lamento tus grandes ojos grises.

Tus labios clamaban con desesperación que los rozara con los míos, como solíamos hacerlo.

Tu boca cerrada exponía la verdad, esa que no querías decir pero que solo yo sabía, porque con el tiempo pude decifrar el lenguaje de tu cuerpo.

La verdad de que aún me quieres, me quieres devuelta, quieres volver a dormir en mi pecho y que te juegue el cabello hasta quedar dormida encima mio, quieres a lo que solíamos ser antes, lo quieres y lo sabes.

Tus manos, tu rostro, tu forma de caminar, la manera en que ahora hablas y respiras. ...expresan todos esos desalientos

Y como soy muy bueno, quise ayudar pero creo que lo empeoré.

Te besé

y claramente pude sentir como sonreias mientras prensaba tus labios con los míos

pensaste en corresponderme, cuando, sin previo aviso me separaste y me dedicaste una lágrima, dos, tres, caían y caían más lágrimas de tus ahora rojos ojos

y saliste corriendo.

Yo solo quería ayudar, créeme pequeña.

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