Capítulo 42

321 13 0
                                    

  ________ frunció la nariz ante el inconfundible olor a brownies quemados. No podía ser; apenas habían pasado diez minutos desde que los había metido en el horno. Volvió a oler, y esta vez no le quedaron dudas.

—¡Mierda!

Había planeado la noche hasta el último detalle. Primero prepararía unos brownies deliciosos, luego se arreglaría para estar irresistible y por último, lo principal, recibiría a aquel monumento y encanto de chico. Lo seduciría, y ya vería qué pasaba después.
Era un plan perfecto.

Hasta aquel momento. No había usado el horno de arriba porque, además de tener roto el temporizador, no cocinaba de manera uniforme. El olor a quemado le había llegado cuando acababa de salir de la ducha y se estaba poniendo su conjunto de ropa interior favorito. Con un gruñido, tomó una camisa ancha que le cubría por los muslos y empezó a bajar las escaleras, cargando en su mano el albornoz que recientemente había llevado puesto.
Pero cuando llegó a la cocina del café se paró en seco, dejó caer el albornoz y miró el horno horrorizada.

No había quemado los brownies; sino el horno. Las llamas salían por debajo, envolviendo la cocina y alcanzando los armarios de los lados.

—No. No. ¡No!

________ fue a la encimera, tomó el teléfono, marcó el número de los bomberos y se giró para buscar el extintor que guardaba en un armario. No se podía creer el calor que hacía, y al mirar atrás estuvo a punto de gritarle al telefonista que la atendió, porque el fuego estaba allí, justo delante de ella.

Una ventana estalló, y ________ se tiró al suelo.
Tropezó con el albornoz mientras intentaba llegar al extintor. Pero las llamas alcanzaban el techo, y de repente, el resto de los armarios se prendió, igual que la encimera.

—¡Se está incendiando la cocina!—gritó en el teléfono, antes de dar su dirección.

El telefonista respondió con gran profesionalidad.

—Joven, oigo las llamas. Está demasiado cerca.

—¡Necesito ayuda!

—Los bomberos están de camino, tranquilícese.

—¡No! ¡Dense prisa!

—No tardarán en llegar —le aseguró—. ¿Ha salido fuera?

—¡No, sigo dentro!-contestó nerviosa.

—En serio. No intente sacar nada por su cuenta.

________ no era estúpida y sabía que tenía que largarse cuanto antes. Pero no era sólo el humo lo que se le atragantaba y la hacía vacilar mientras echaba un vistazo a su alrededor. Aquel sitio era su vida y estaba desapareciendo ante sus ojos.

—No...

Sin embargo, era consciente de que la situación estaba fuera de su alcance.

—Fuera —se recordó, haciendo una mueca de dolor, porque el calor le estaba quemando la piel.

Apuntó con el extintor hacia delante y se abrió paso. Todo lo que tenía que hacer era agacharse detrás de la encimera en llamas y apagar el fuego que la separaba de la puerta. No sin dificultad, consiguió llegar a la zona del comedor. Aturdida, se volvió hacia la cocina que había sido su vida tanto tiempo y se estremeció.

Se sobresaltó al oír que algo se rompía a sus espaldas. Se dio la vuelta y vio que Zayn acababa de echar la puerta abajo y corría hacia ella, con los ojos llenos de miedo.
________ no pudo evitar pensar que aquella noche tenía planes muy diferentes para aquellos músculos fuertes. Él la tomó de la cintura y la levantó.

—Los brownies se han quemado. Todos...

Zayn empezó a decir algo, pero ________ no alcanzó a oírlo por el estallido de otra ventana detrás de ella. Él la cubrió con su cuerpo para protegerla de la lluvia de cristales y cenizas.

—Afuera —gritó—. Deprisa.

Lo siguiente que supo ________ fue que estaban en el aparcamiento, en la cálida noche, contemplando el edificio del Wild Cherries envuelto en llamas y humo. Parpadeó sin estar segura de si Zayn la había sacado en brazos o había salido por sus propios medios. Se miró los pies descalzos y sucios, pero no pudo recordarlo.

El fuego se elevaba en el cielo nocturno, y el ruido hacía que le dolieran los oídos. Zayn se apresuró a tomarla de los brazos.

—¿Te has hecho daño? ¿Te has quemado? ¿Dónde?

________ tenía los puños apretados mientras veía su vida incendiada. Sacudió la cabeza y sintió las lágrimas en la garganta. Y se sorprendió al hacerlo, porque nunca lloraba ni sentía ganas de hacerlo.
Aunque otro vistazo al edificio en llamas le recordó que tampoco había sufrido ninguna pérdida significativa desde la muerte de su abuela hacía cuatro años. O, por lo menos, ninguna que le importara de verdad.
Pero aquello sí le importaba, y mucho.

—Tal vez debería haber sacado algo de ropa.

—________, mírame —dijo él, con la voz cargada de temor.

A ella le escocía la palma de la mano e imaginó que se habría cortado, pero mantuvo los puños apretados, porque lo que más le dolía era el corazón.

—Estoy bien.

—Estamos temblando. Vamos a sentarnos.

Zayn la sentó en el bordillo.

—Aquí vienen —dijo ella, cuando se empezaron a oír las sirenas.

—Sí. ________, cariño, mírame. Déjame verte los ojos.

—Ya es demasiado tarde, ¿sabes?

—No es demasiado tarde, estás viva —declaró, abrazándola con fuerza—. Cuando he aparcado y he visto las llamas...

A Zayn se le quebró la voz.

—Estabas asustado.

—Aterrado.

Ella lo miró, con el corazón en un puño.

—¿Cómo ha pasado esto entre nosotros, Zayn? Es demasiado pronto, sólo hemos...

Él la volvió a abrazar, entregándole amor. Sí, amor. Nada de lujuria, placer o ganas de llevarla a la cama. En aquellos momentos solo quería estrecharla entre sus brazos y protegerla. Y ________ se limitó a recostar la cabeza en su hombro.

—Calla. Todo se arreglará.

—No. Tenía la noche planeada —murmuró ella, tornándolo de la camisa. Zayn la miró fijamente, seguía preocupado—. Te iba a seducir con encaje negro y después te iba a volver a seducir, porque sí.

Zayn le acarició la espalda y la mejilla, le recorrió el cuerpo con la mirada. La enorme camisa que llevaba _______ estaba totalmente cubierta de cenizas negras.

—Lo recordaré para otro momento. Pero créeme, el encaje negro habría funcionado todas las veces que hubieras querido.

________ rió entre sollozos, se acurrucó contra él y cerró los ojos a la visión de las llamas.

Seduceme |Zayn Malik y tu| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora