Capitulo 2

13 0 0
                                    

Aquella noche Esther habia jurado y perjurado que no volvería a hablar a aquel hombre. Se buscaria otro latino, aunque para ello tuviera que irse hasta su lugar de origen a buscarle. Sophie la había animado, pero en su mente estaba calculando el tiempo que dudaría aquel juramento. 48 horas, hora arriba hora abajo. 

Mientras volvia en el autobus del trabajo pensó para si misma que seria una buena noche, no gritos, ni berrinches, ni gemidos por hoy. 

Suspiró tras cerrar la puerta y metió el bolso y el abrigo en el armario de la entrada. Antes de poder hacer nada más llamaron a la puerta. Bufó y la abrió con una falsa sonrisa. Pero se la borró cuando vió al imbecil de Gilbert en la entrada. Con su piel morena y sus dientes excisivamente blancos. Se le había buscado bueno.

-¡Entra, Gilb!_ gritó Esther desde el interior de la casa. Vaya, la había subestimado, no habian pasado ni 24 horas.

Sophie se hizo a un lado para que el hombre pasara. Y cerró con un suspiro. Se quedo en la entrada, aun con el picaporte en la mano, esperando a que pasaran al cuarto y asi ahorrarse un espectaculo de magreos. Pero no habían pasado ni dos minutos cuando se oyo el grito de su amiga echandole a la calle. 

Con el rosto carente de expresión abrió de nuevo la puerta. En realidad Gilbert no la caía tan mal. Era gilipollas si, pero siempre había sido educado con ella. Y sabía mejor que nadie que su amiga tendía a estallar por las minimas tonterias, asi que, si se la daba motivos podía arrasarlo todo como una bomba nuclear.

Gilbert reapareció con una expresión exasperada. Sophie dirigió una mirada al suelo sin ganas de entablar conversacion con el y dejando claro de que lado estaba.

-Adios Sophie_ mascullo antes de irse.

Sophie se despidio con un movimiento de cabeza y cerró de nuevo la puerta. No dijo nada cuando Esther entro en el recibidor como un huracán. Pero la pose de cabreo no le duro demasiado, por que enseguida rompio en sonoros sollozos, que mas bien parecian gritos de agonía, y corrió a su cuarto.

Adios a mi noche tranquila, suspiró Sophie.

Caminó hasta la puerta de su amiga y golpeó la puerta.

-Esther, cielo, has batido tu record. Abreme anda

-NO, QUIERO QUE ME DEJEIS TODOS, QUIERO MORIRME AQUI ENCERRADA

Sophie se apoyó en el marco de lado.

-Esther, deja el suicidio para otro martes ¿si? Sal de ahí.

-NO, VETE.

Sophie suspiró, tenía la partida perdida con ella. Se sentó en el sofa, no se atrevió a ponerse el pijama por si a su amiga le daba por hacer algo raro. 

Ave FénixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora