-Es inaceptable, no me creo que Gilber haya podido hacerme esto. ¡A mi! _gritaba Esther al otro lado del teléfono_ Y delante de mis compañeros Sophie.
Esther pasaba de llorar desconsolada a gritar furiosa de una frase a otra. Y la desorientada Shopie aun no entendía bien que había pasado.
-En mis 26 años me han hecho esto, y mira que me he topado con imbéciles.
Shopie espero paciente a que soltara toda la metralla sin decir ni una sola palabra. Aún estaba en el trabajo y no quería llamar la atención.
-¿Donde estas ahora Esther?
-En mi despacho encerrada. Debería haber salido hace una hora, pero me han oído llorar y me da vergüenza salir_gimoteó.
Sophie suspiró para sus adentros.
-¿Quieres que te recoja? En algún momento tendrás que salir de allí.
Esther hizo una pausa
-Tengo tres barritas de muesly
Sophie puso los ojos en blanco y no pudo retener una risita.
-En 20 minutos estoy allí anda
Colgó el teléfono y fue a la oficina de su jefa para decirla que había tenido una emergencia personal y tenia que irme.
Mientras se ponía el abrigo la mente se le fue al incidente con su jefe. Había un pasado un mes y afortunadamente no le había visto mas. Tampoco había tenido repercusión alguna en su trabajo.
Cuando llegó a la planta de oficinas donde trabajaba Esther sus compañeros de trabajo la miraron curiosos por encima de las paredes de los pequeños cubículos. Por suerte Esther tenía un despacho propio al ser jefa de departamento.
Llamó a la puerta ya que esta estaba con el cerrojo puesto pero Esther no contestó a pesar de insistir.
-Esther, se que...Bigotes era importante para ti, pero tienes que recordarle con cariño y dejarlo en el pasado_ dijo con la esperanza de que eso fuera suficiente para hacerla salir.
Al cabo de unos segundos abrió la puerta sorbiendo por la nariz y con el abrigo en la mano. Di las gracias a los dioses interiormente. Al salir sus compañeros la miraron con comprensión y hasta una chica menuda se acercó para decirla que ella había perdido a su vieja gata pero se sentía mejor con el nuevo gatito en casa. Aunque su expresión cambió cuando Esther gruño que ojala el suyo se hubiera ido mucho antes.
Como Esther estaba perdida en su propio centro de amargura decidio que lo mejor era dejar su coche allí y lo buscarían en el fin de semana.
Conducio en silencio durante los 15 minutos del trayecto a casa entre los gimoteos de Esther. Incluso cuando llegaron a casa y la ayudó a ponerse el pijama seguía así, hasta que se dejó caer en el sofá rompiendo a llorar amargamente berreando algo sobre morenas, cerdos y volverse lesbiana.
Cuando llamaron al timbre de la puerta casi se sintió agradecida de poder salir del centro del huracán Esther. Pero cuando abrio le pareció que ese centro podría llegar a ser muy acogedor. Allí, en su puerta, con un brazo apoyado en el marco estaba el hombre al que su amiga por poco convierte en un san jacobo. Se quedo ahí plantada mirándole atónita.
-¡SI ES EL SACO DE BASURA DE MI EX PUEDES DECIRLE QUE SE VAYA A LA MIERDA!_gritó encolerizada Esther.
Aquello lasaco de su alucinación. Gritandole a su amiga que no era ningún saco de nada hasta nueva orden le hizo pasar.
-¿Qué haces aquí?
-Tu jefa me ha dicho que habías tenido que irte por un problema personal y quería saber si estabas bien.
Le miró atónita. ¿Después de decirla tal barbaridad en el coche viene aquí a preocuparse por ella? Iba a mandarle por donde nunca brilla el sol, pero penso que no debía si quería conservar su trabajo.
-Todo bajo control, muchas gracias por preguntar, pero un correo habría sido suficiente_dijo con una bonita sonrisa fingida.
Los dramáticos aullidos de Esther la hicieron quedar como una idiota, y Nicholas enarcó una ceja.
-Su gato, se ha ido y no es capaz de encontrarlo.
Vio como contenía una sonrisa
-Ya, curiosa relación la de tu amiga con su mascota. ¿Podría pasar?_preguntó.
Le miró unos segundos. Si le echo, me despide. Si le dejo pasar, me despide, pensó Sophie. Decidió jugarsela.
-Si, claro, pasa al salón. Bajo tu propia responsabilidad, claro_ intentó bromear.
Esta vez si que alcanzó a ver una risa silenciosa mientras pasaba al salón. Pero se le borró al llegar al salón y por ende a su llorosa amiga.
-¿Y ahora qué?¿Tengo que pagar el Lamborghini también? _estalló Esther_ Pues no tengo ni para ir al super así que no puedo pagarte, me tendré que convertir en tu esclava. O peor, te tendré que dar el dinero y me quedaré sin casa por no poder pagarla, me tendré que ir a vivir al coche, pero también me lo embargaran mientras duermo dentro y acabaré siendo aplastada en una de esas maquinas para la chatarra y moriré. Si estoy despierta me quedaré en la calle, y tendré que pedir dinero y al final moriré violada en cualquier descampado de la ciudad, ademas seguro que me toca el investigador de policía mas feo de toda la unidad.
Nicholas y Sophie se quedaron mirandola en silencio. Él seguro que pensando que necesitaba ayuda medica y ella pensando que el huracán acababa de arrasarle y era hora de intervenir.
-Wow_exclamó Nicholas_ yo solo venía a preguntar si estabais bien. No tenía intenciones de dejarte en la calle, la verdad, ni de matarte.
Le sonreió amablemente
-Estoy segura de que Esther lo sabe, pero esta un poco nerviosa_intervine calmando los ánimos_el gato ya sabes
-¡No era un gato! No es mas que un perro sarnoso que no sabe tratar a una mujer de verdad_ Gritó su amiga.
En ese momento decidió que era suficiente y la convenció para irse a la cama. Cuando terminé y regresó al salón Nicholas estaba allí esperando
-Lo siento, es un poco exagerada aveces_ se disculpó con una sonrisa.
-Oh, pero parece...apasionada.
le sonreio de vuelta.
-Ya has visto que el problema esta resuelto, así que la semana que viene estaré en mi puesto de trabajo.
-No lo dudo, Sophie_ notó un extraño tono en su voz_ me voy ya para casa, que tu fin de semana sea...productivo
Se lo agradecí y le acompañe hasta la puerta. Solo cuando escuche su coche desaparecer por la calle me permití relajarme. ¿Por que había venido hasta aquí con todos los empleados que tiene que tener?
