Viktor caminaba por los pasillos con un café en una mano y una tablilla con información del nuevo paciente en la otra. Yuuri Katsuki, como se llamaba el joven que había ingresado, tenía veintidós años y había sido acusado de los cruentos asesinatos con los que los medios se habían cebado tantísimo. Sangre tipo A, 173 centímetros de altura... No había nada sobresaliente en ningún sitio. Salvo el hecho de haberse dedicado a descuartizar gente, claro.
- ¡Buenos días! -
Entró en el que era su despacho y lugar donde trataba a sus pacientes. Era una habitación de tamaño normal, con un escritorio frente a una ventana donde tenía algunas carpetas, una lámpara... Había estanterías con libros en ambas paredes, la mayoría de carácter académico; en la parte más central de la sala había un sofá de tres plazas y dos sillones, todos alrededor de una mesa baja de madera donde ahora estaba puesta una botella de agua; en uno de los laterales, junto a una de las estanterías, había otra mesa con peluches, cuadernos, pequeñas cajitas de arena con rastrillitos, pelotas anti-estrés... Parecían ser cosas para relajar.
En esos momentos había un guardia de seguridad allí, encargado de llevar a Yuuri, y en pie junto a él. El joven muchacho se encontraba en esos momentos sentado en el sofá, con las manos sujetas por una especie de "esposas" o "grilletes" de tela, colocadas sobre sus piernas y cerradas en forma de puño. Mantenía el rostro agachado, y su largo pelo caía a los lados. Llevaba la ropa de interno que consistía en pantalones blancos, camiseta blanca y, en esos momentos que hacía frío, chaleco de mangas largas blanco. Llevaba unas zapatillas también blancas que se usaban en el interior del recinto, cuando salían al jardín tenían zapatos.
El chico no respondió a su saludo. No era extraño, Viktor estaba acostumbrado a que le saludasen con silencio, insultos, gritos... El trabajo de un psiquiatra no era fácil, pero él tenía claro que quería dedicarse a eso.
- Soy Viktor Nikiforov, tu psiquiatra a partir de ahora. Puedes llamarme como te apetezca. - Dijo de forma animada, caminando al escritorio y buscando una cosa entre los cajones. Indicó al guardia que podía salir de allí, a lo que el hombre asintió y se fue, dejándoles a solas. - A ver, donde están... ¡Ah! Aquí, aquí... -
Se acercó con una bolsita de caramelos al muchacho y le ofreció uno. El chico apenas alzó la mirada, seguía cubriendo gran parte de su rostro con su cabello. En vista de que no quería coger ninguno, el psiquiatra simplemente dejó los caramelos en la mesa con el café y se sentó en un sillón.
- Veamos. Yuuri, ¿puedo llamarte Yuuri o prefieres que use tu apellido? - El chico asintió un tanto mientras el psiquiatra sacaba una grabadora del bolsillo de su bata, encendiéndola y colocándola en la mesa. - Vale... Necesito que me confirmes estos datos: veintidós años; - El pelinegro asintió. - Sangre tipo A; - otro asentimiento. - Nacido el 29 de Noviembre. - Viktor siguió con la lista y Yuuri asentía a lo que decía, o así fue hasta que... - Condenado por asesinato en serie. -
- ¡No fui yo! -Era lo primero que decía en toda su estancia allí. Yuuri sollozó y se llevó las manos al rostro para secar las lágrimas que comenzaron a caer casi instantáneamente. Tenía la voz rota y algo ronca, producto del llanto de esos días. - No fui yo... -
- Está bien, Yuuri, está bien. - Viktor fue ahora quién asintió, con la vista clavada en el muchacho. Cogió el boli que había colocado en la parte alta de la tablilla que llevaba, pasando una hoja para apuntar cosas en la siguiente, que estaba en blanco. - Dime, ¿por qué dices eso? La policía tiene pruebas muy claras de tus actos. -
- ¡Pero no fui yo! - Yuuri alzó el rostro para mirar al otro. Tenía aquellos tristes ojos castaño oscuro colmados de lágrimas tras las gafas. - De verdad que no, yo... No entiendo como... No recuerdo nada, yo nunca haría algo así, ¡nunca! -
- Así que no recuerdas nada... ¿Te ha pasado eso antes? -
- ¿Eh? - El chico pareció confuso ante el hecho de que alguien no le gritara que dejase de mentir. - Si... -
- ¿Muchas veces? -
- ...No... No lo sé... -
Yuuri se recolocó en el sofá, con gesto apagado. Viktor buscó en sus bolsillos hasta encontrar unos pañuelitos, tendiéndole uno al muchacho, que agradeció el gesto y se apresuró a limpiarse las lágrimas y sonarse la nariz.
- ¿Has acudido alguna vez al médico, sea psiquiatra o no, por eso? -
- No le di importancia... Quiero decir, es algo que le pasa a todo el mundo, ¿no? - Observó por un segundo al otro, pero al no encontrar respuesta simplemente volvió la vista de nuevo a la mesa.
- Puede pasar que no recordemos detalles, pero no una amnesia total. - Aclaró, apuntando algunas cosas. - Cuéntame un poco sobre ti. ¿A qué te dedicas? -
- ...Estaba terminando la carrera de literatura. -
- ¡Literatura! Una carrera preciosa. - Asintió, sonriendo. - ¿Y qué haces en tu tiempo libre? -
- ...Leo, veo alguna película... A veces escribo... De verdad que soy alguien normal. Yo no... -
Yuuri se inclinó y se cubrió el rostro, comenzando a llorar. Lo que al principio era un llanto silencioso acabó siendo uno, si bien no estruendoso, si con un dolor que partía el alma. Viktor, acostumbrado a aquel tipo de reacciones, se incorporó un momento y se acercó a la mesa del lateral para coger un peluche. Tenía forma de caniche marrón, daba la sensación de ser muy esponjoso (que lo era). Se acercó a su paciente y, agachándose, colocó al peluche frente a él.
- Ey, mira, tenemos un nuevo amigo. - Dijo de forma animada. Yuuri comenzó a bajar las manos lentamente, lo justo para que sus ojos pudieran ver. - ¿Cómo le llamarías, Yuuri? - Cuestionó con voz suave. Ladró como si el peluche lo hiciera, acercándolo a él con cautela. - Vaya, está deseando estar contigo. ¿Por qué no lo coges? -
Yuuri retiró las manos de su rostro para coger el peluche y abrazarlo contra sí. Si bien el llanto no acabó, no era esa la intención de Viktor. Parecía que el chico tenía que desahogarse y, al menos en la primera sesión, le dejaría hacerlo.
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¡Buenas!
Antes que nada, muchas gracias por leerme. Soy 1Akiyama1 (Akiyama a secas), es un placer. Estando en la ducha (lugar de invocación de la inspiración por excelencia) se me ocurrió escribir esta historia. Simplemente espero que os guste y la disfrutéis leyendo tanto como yo escribiéndola. No soy de tener un ritmo de actualización específico (tipo todos los lunes), intento hacerlo cuando tengo un ratillo.
Se la dedico a St. Yukiona, increíble escritora que os recomiendo.
Os dejo aquí la imagen de Yuuri con el pelo largo que me enamoró y la canción con la que he escrito este capitulillo.
Vuelvo a decir que los derechos de imagen de la portada son de quien corresponda. La encontré suelta en internet hace mucho (sin firma y obviamente sin el título de la historia, que se lo he puesto yo), y si sabéis quién es el autor agradecería saberlo para colocar su nombre.
De nuevo, gracias.
1Akiyama1
https://www.youtube.com/watch?time_continue=91&v=7L_y6eLG6Qs
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私の中
FanfictionUn asesino en serie ha sido internado por orden judicial en un psiquiátrico, y el doctor asignado para él ha sido Viktor Nikiforov. Este hombre tendrá que tratarle para que pueda rehabilitarse y al mismo tiempo para poder ayudar a la policía con su...