¡No puede ser cierto!

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Capítulo 2:

Narra Matt:

Me encontraba camino a mi nueva universidad, miré mi reloj de muñeca y me percaté que eran las 07:45a.m., me quedaban quince minutos exactos para llegar a tiempo. La verdad, es que me ha costado un poco encontrar la dirección de mi nueva universidad, estaba a punto de parar a algún transeúnte para que me dé indicaciones de cómo llegar a mi destino, pero me percaté que ya me encontraba fuera del lugar. Era un gran edificio, a decir verdad, muy bonito. Afuera de éste habían muchas personas, he de suponer que eran alumnos y algunos docentes. Rápidamente busqué con mi mirada un lugar para aparcar mi auto y entrar a clases. Al encontrar uno, me acerqué, pero un auto denegó mi acción, me había ganado el lugar para aparcar.

¡No puedo creer lo que estoy viendo! el lugar estaba lleno, me costará mucho encontrar otro lugar.

Un poco frustrado decidí esperar a ver quién fue la persona que se atrevió a ocupar el lugar que tenía pensado para estacionar mi deportivo, noté como se abría la puerta del copiloto y vi a una chica alta y esbelta, muy bonita a decir verdad. Rápidamente me percato como algo se movía a la derecha, desvié mi mirada hacía el lugar mencionado y era la puerta del piloto abriéndose. ¡Mi mente no podía creer lo que mis ojos estaban viendo! era la chica con la que choqué ayer en aquel parque.

¡No me puede estar pasando esto!, ella no podía ir en la misma universidad que yo, de todas las que hay en esta ciudad, tenia que ir justo a la que yo me cambié.

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Ya al fin, habían terminado todas mis clases, así que me decidí por volver a mi apartamento, iba caminando por los extensos pasillos de la universidad, ya iba a doblar a otro, pero de repente siento a una chica gritando. Me quedé escondido atrás de la muralla para poder escuchar con más claridad sin que me descubran. Asomé mi cabeza ligeramente hacia el costado para ver quienes eran las personas que discutían, y cuando lo veo quedé sorprendido. Se trataba de aquella chica, otra vez y no lo podría creer, aquel idiota que estaba con ella le estaba besando mientras sostenía sus muñecas evitando cualquier movimiento para empujarlo. Ella actuó rápidamente y le pegó con su rodilla en sus partes nobles, produciendo que él se retuerza de dolor y empiece maldecir lo por bajo.

-Para que aprendas a tratar a una dama.- escuché que le dijo al imbécil.

Literalmente, en un abrir y cerrar de ojos, el chico la estaba jalando del cabello, mientras ella cerraba sus ojos tratando de evitar el dolor.

-¿Dónde esta la dama que no la veo? tú eres una puta y si no haces lo que yo diga juro que te arrepentirás.- habló el imbécil, aún sosteniendo el cabello de la chica.

De la nada una corriente desconocida recorre todo mi cuerpo, siento como mi sangre hierve, no me podría controlar por mucho más. Apreté mis puños dispuesto a salir de mi escondite y así lo hice, llegué hasta el imbécil y lo agarré por el cuello de su camiseta, para luego azotarlo contra los casilleros que se encontraban atrás de él. Tanta fue la fuerza que utilicé que él cayó rendido en el piso, me incliné y comencé a golpear su asqueroso rostro. No tenía planeado parar de golpearlo, él se lo merecía. Escuché sollozos de la chica rogando que parara y agarrando mi hombro, tratando de separarme de él, pero sus intentos fueron en vano, la ira que me produjo esa escena no se iba ir tan fácilmente. Luego de varios intentos fallidos de separarme por aquella chica siento que alguien se sube a mi espalda aferrándose a mí, pero no le tomo importancia y sigo golpeando a aquel estúpido. El cual, ya no se diferenciaba su rostro, ya corría mucha sangre y mis nudillos estaban tiñéndose de un suave color rosa, él ya había desistido a evitar mis golpes. Un estruendoso ruido me distrajo de la paliza gratis que le estaba proporcionando al imbécil y los brazos rodeándome ya no los sentía. Me giré y se trataba de la chica, quedé paralizado al verla e inmediatamente me levanté para acudir a ella, estaba tirada en el piso con sus ojos cerrados.

-¿Qué he hecho?- digo en mi mente.

Tomé a la chica -que aún desconocía su nombre- en mis brazos y corrí a la enfermería guiándome por los carteles. En verdad esperaba que nada malo le pasase, no podría perdonármelo. Después de unos ardeos minutos corriendo por el establecimiento, di con mi destino. Entré sin pedir permiso, ni tocar. Había una señora de aproximadamente unos 40 años. Me observó un par se segundos sin saber cómo actuar, hasta que me preguntó qué le había sucedido y le conté lo ocurrido, emitiendo algunas partes y muy a mi pesar, me separé de ella dejándola en la camilla.

-¿Estará bien?- pregunté sin pensarlo dos veces, necesitaba saber que ella se encontraría bien.

-No te puedo contestar eso ahora, hijo.- me dice mientras le revisa sus ojos con una linterna- necesito que salgas de aquí -a regañadientes salgo del cuarto de enfermería y decido esperar afuera hasta que despierte.

~ Amor A Primera Vista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora