Para "Ella"... Esa chica. La que amo, la que amé, la que amaré siempre sin importar lo que pase.
Para "Ella"... Mi mujer. La que amo, la que amé, la que amaré siempre sin importar lo que pase.
Para "Ella"... Mi niña. La que amo, la que a...
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Cada palabra, cada fonema salido de aquellos labios, era como "fuego chocante", como brazas en fogata, como el sol en las mañanas. Siempre una inmensa intensidad que tostaba mi corazón, que evaporaba cualquier posible sentimiento de emoción.
Abría su boca, y tan solo un "Hola" era suficiente para dejarme en llamas, sin la posibilidad del hablar. "Ella desanimaba mi mundo volviéndolo infierno caliente". Sin tan siquiera un ente, todos ausentes en el mundo de gente.
Sentía que me desvanecía con cada oración que decía, porque aquella chica me volvía cenizas.
"Me volvía polvo" ¿Qué podía hacer?Ella siempre hablaba primero, "tenía que dejarla hablar y ser un caballero", sin importar que terminara siendo parte de un cenicero, ¿Qué haría yo? No acudiría a un consejero, sería vergonzoso para mis compañeros, de igual modo no es tan fácil como creo, pues lo más idóneo al parecer, es dejarme quemar por cada palabra salida de su preciosa boca.
"Tanta frialdad rebotaba en mí con un profundo calor", "venía en un batallón de velas encendidas", "como el arrebol en su máximo esplendor".
"Odiaba la sensación que ese sempiterno calor generaba en mí", "se me secaba la piel, y me sudaban las manos", sus ojos ajenos, siempre cálidos. "Una mirada ferviente, que quemaba mis entrañas, un amor suicida que mataba mi alma".
Por fuera esa sonrisa apasionada que esa fría mujer me sacaba, siempre zurumbático en medio de ese mar de flamas, "me dejaba vehemente, encerrado en mi mente, en algunos casos me parecía complaciente, pero igual todo seguía ardiente como el sol caliente".
"El ademán de su mirada me atraía como imán, su delicado aroma, me traía en la luna, igual me quemaba como ninguna".
No estaba consciente de su desmán hacia mí, no entendía por qué eso me hacía tan feliz, me quemaban sus manos al tocarme, sus besos al saludarme, sus palabras al hablarme, su intención al acercarse. "Sentía que derretía mí alrededor, y que quemaba de a poco mi futuro".
¿No entendía su juego incandescente, sus palabras frías ardientes, qué planeaba?
"Solo hacía arder mi calma con sus palabras que quemaban"...
