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A Annabeth le costaba hasta comer.

Aquella hermosa y talentosa e inteligente hija de Afrodita le había robado el corazón, y ahora estaba muerta, probablemente en los campos elíseos, como toda una heroína...

En otra tierra... En la cual Annabeth no iba a poder visitar jamas...

A menos... Que muriese...

Que se deshiciera de su cuerpo... Que dejase su alma en libertad... Para al fin poder ver a su amada...

Sin siquiera darse cuenta, sostenía un cuchillo filosos contra la suave piel de su muñeca, esperando la orden para cortar y sangrar.

—Anni, suelta eso—la voz firme pero dulce de alguien que creía perdida para siempre—Annabeth, te juró que si te cortas con eso, no volveré.

Annabeth se giro.

Allí estaba.

La ladrona de su corazón.

Que Tu Eres Mi Que?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora