A las seis en punto, Lina estaba plantada en la puerta del polideportivo, con sus tacos nuevos que le había regalado Jeff en su cumpleaños y con la equipación del equipo.
A las seis y diez, Eric entraba corriendo al polideportivo. Encontró a Lina saliendo de los vestuarios, con Jeff a un lado y George a otro. Al verle, ella salió corriendo hacia él.
-A qué horas llegas, ¿no? Íbamos a empezar con el físico. ¡Pero si todavía no estás cambiado! Toma, coge esta ropa y cámbiate en los vestuarios: es la equipación del equipo, te la presta George. ¡Te esperamos en el campo!
Eric cogió la ropa de George y fue a los vestuarios. Era una sala enorme de azulejos. Había varios bancos en los que estaban sentados un montón de chicos mayores, quizás universitarios. Eric no sabía por dónde empezar. Él siempre había sido muy vergonzoso a la hora de cambiarse, y con tantos chicos alrededor... decidió no pensar que existían. Se cambió lo más rápido que pudo y salió al campo.
Lina empezó a dar vueltas con el resto de compañeros del equipo. ¿Por qué Eric tardaba tanto en llegar? ¿Y si se había perdido?
- ¡Vamos, Nico, que estás empanado! -le gritó George desde la otra punta del campo.
Sonrió. En el equipo se hacía llamar Nico, por si alguien le iba a su madre con el cuento de que seguía jugando al rugby.
Entonces vio a Eric salir de los vestuarios. Llevaba unos tacos rojos preciosos, con el dibujo de una llama. Al llegar, le dirigió a Lina una sonrisa socarrona, y ella empezó a gritar:
- ¡Eh, venid aquí! Hay un nuevo. Se llama Eric, y no sabe hablar inglés- algunas risas de burla se oyeron, pero Lina les lanzó una mirada amenazadora y todos se callaron.
-Eric- dijo en alemán- te presento a los Dragones Azules, el equipo de rugby de Desmer.
Todos los jugadores formaron una línea y empezaron a presentarse ante Eric. Algunos no estaban por la labor, pero al ver a Lina todos se esmeraban. Ella se puso a su lado para traducirle lo que decían sus compañeros.
-Su nombre es Gerard, y es primera línea de los delanteros.
Eric se sabía las posiciones del campo a medias, pero consiguió más o menos ubicar a cada jugador en su sitio. Cuando acabaron de presentarse, Lina se puso en la fila y se presentó:
-Mi nombre es Nico, y soy el zaguero y capitán del equipo.
¿Por qué Lina no decía su verdadero nombre? "Claro, porque es chica" se respondió. Muchas veces se le olvidaba ese detalle.
Lina dijo algo que no entendió, empezó a señalar a algunos y estos se empezaron a colocar en el campo.
-Vamos a jugar un partido. Tú juegas en mi equipo de medio melé, a ver qué tal se te da.
Y empezó el partido. Aquí sí que placaban, y le costó un poco aprender. Después todo fue genial. Se la pasaban todo el rato, ¡ensayó dos veces! Y se divirtió como hacía tiempo que no lo hacía.
Al acabar el entrenamiento, se fueron a comprar chuches a la tienda de alimentación Piñeiro. Se pasaron el resto de la tarde muertos de la risa enseñando a Eric inglés hasta que dieron las diez.
-Oye Lina-le dijo George- ¿no crees que deberías irte a casa? A lo mejor tu madre sospecha algo...
- ¡Claro que no! Le dije que me quedaba con una amiga a pasar la tarde, con la que habló ayer por Skype, que no era otra que Jeff con vestido, melena rubia y labios ligeramente brillantes -soltó una risita al recordarlo- ¡fue graciosísimo! Pero gracias a él, ahora estoy aquí. Tío, en serio, gracias; si no hubiera sido por esto, ahora mismo estaría en casa aburridísima. - se acercó a él y le dio un gran abrazo- Bueno, chavales, ahora sí que me tengo que ir para casa. ¡Hasta mañana!
-Espera-le dijo Eric- ¿por qué zona vives? Lo digo por si quieres que vayamos juntos.
- ¡Vale! Yo vivo en los chalets de al lado del polideportivo.
-Yo al lado del instituto, pero si quieres te acompaño...
- ¿Por qué no? ¡Adiós a todos!
Dicho esto, se fueron hablando hasta la casa de Eric. Era un chalet muy coqueto, con paredes de ladrillo marrón y el tejado de tejas negras. Al llamar al timbre, una señora de unos treinta años abrió la puerta. Era muy alta y guapa, y tenía el pelo marrón rizado y unos ojos marrones muy bellos.
- ¡Hombre, Eric, por fin llegas!
- ¡Y con novia! - dijo un señor que se asomó por detrás de la señora. Era rubio y tenía unos ojos verdes que inspiraban respeto.
- ¡Que no, papá! Es una amiga que vive cerca, la que me está ayudando en clase.
-Pasad, hombre, no os quedéis en la puerta-dijo la señora- por cierto, no nos hemos presentado. Yo soy Victoria y él es Jack. Somos los padres de Eric.
-Y tú eres...
-Yo soy Lina, y juego al rugby con vuestro hijo- dijo esto para que se quedaran con los ojos abiertos, pero, raramente, no funcionó- venimos de una quedada de después del entrenamiento.
- Ah, ¡qué bien! ¿Y qué habéis hecho?
-Nada, papá: hemos comido chuches en la calle, dando un paseo.
Entonces vino una niña de unos 10 años corriendo. Tenía el pelo marrón rizado y unos ojos azules. Esos ojos... Lina tuvo la extraña razón de que expresaban exactamente lo que ella sentía en ese momento...
- ¡Hombre, Eva! - dijo Eric- ¿qué haces aquí?
La niña le miró fijamente, y salió corriendo.
La tal Victoria salió corriendo hacia la entrada.
-Perdónala-le dijo Jack a Lina- se ve que la visita al final sí viene...
Sonó el timbre de la puerta, y entraron Victoria y un señor con el pelo marrón con ojos azules al salón. Esos ojos... eran iguales a los de la niña; en él veías reflejados tus sentimientos... parecía que el señor sabía todo sobre ella...
- ¡Christian! - exclamó Eric, y se abrazó a él. - Hacía tiempo que no venías...
-Lo sé- dijo el tal Christian- ¿cómo está Eva?
La niña llegó corriendo, y en vez de abrazarse a Christian como había hecho Eric, le sostuvo la mirada. Estuvieron mucho tiempo mirándose moviendo las manos, y Lina no entendía nada. Jack miraba con cara de odio a Christian, hasta que se decidió a hablar con él:
- ¡Hombre, por fin! Pensábamos que ya no ibas a volver. ¿cómo ha ido todo?
-Bueno- interrumpió Lina, al ver que estaba en medio de una reunión familiar- si no les importa, yo me voy yendo...
- ¡Espera, Lina! Todavía no te he presentado a mi padrastro: Christian, ella es Lina.
A Lina le empezó a dar vueltas la cabeza. ¿Cómo que Christian era su padrastro? Entonces, ¿quién era Jack? ¿Acaso sus padres estaban divorciados? Eso era imposible, pues estaba completamente prohibido hacer eso, además que se tachaba a la gente que hacía eso como asesinos, y se les perseguía como tal hasta que acababan en la cárcel. Y, si había alguien que sabía del caso, también iba a la cárcel, por encubrirles. No, Lina no se podía permitir otro problema más con la justicia; ya tenía bastante con todos los problemas que le daba ir a rugby. Debería ir a denunciarles, eso debía hacer.
Empezó a retroceder, asustada, hasta que localizó la puerta de entrada y salió corriendo, sin mirar atrás. No le dolía lo que iba a hacer, pues desde pequeña la criaron para reaccionar así ante ese tipo de situaciones.
Paró de correr al recordar la cálida sonrisa del chico, y su corazón cedió: jamás iría a la comisaría. Por Eric.
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Te extraño.
Novela JuvenilNueva York, 2102. La sociedad ha ido a peor; las mujeres no pueden trabajar, y deben llevar falda. Lina es una niña de 12 años que le gusta jugar al rugby, pero sus padres no la dejan. Igualmente, ella consigue entrenar. Un día, llega a su bar...