El corazón de un ladrón

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La vida de semidiós apesta la mayor parte del tiempo pero hay veces que las moiras parecen tomarte un interés especialmente retorcido en su futuro, los monstruos, bueno ellos parecían más entretenidos en picarte como botana del super bowl, también había esos semidioses como Percy que simplemente parecían resignados a ser el menú del día, pero no por ello dejaban de luchar por su supervivencia, aquellos que peleaban sin quejarse de ello y soñaban con el día en que podrían salir sin mirar sobre el hombro cada cinco minutos, eso pasaba por mi mente mientras miraba a mi instructor de espada favorito retorcerse en una cama de la enfermería a causa de las pesadillas que atacan a cualquier semidiós, pero Perce traía el combo completo...

*semidiós

*hijo de los tres grandes

*descendiente de Apolo

*con traumas del Tártaro

Si los sueños de semidiós apestaban los de él deberían causarle insomnio hasta a Heracles (seh le dije Heracles, no Hércules, soy un malote 😎 vale no, me calmo) Katie me miraba con la impotencia grabada en el rostro mientras retiraba el paño antes húmedo de la frente de Percy mientras seguía gimoteando lastimosamente, normalmente bastaban unas palabras de Annabeth para calmarlo pero justo ahora era imposible traerla aquí, habían tenido que llevarle a rastras a la cabaña de Hipnos dado que se negaba a irse a descansar desde el ligero momento de conciencia que tuviera él hace un par de días, al menos ella tendría un sueño sin pesadillas, mientras más pasaba el tiempo más imposible era que recuperará por completo sus recuerdos nuestra última oportunidad era inducirlos de manera pausada mientras duerme, Atenea se encargaba de eso personalmente pero no había logrado dar un gran avance, sólo retazos de las guerra, misiones, incluso llego a preguntar por Silena y Charlie, recordaba su iniciada relación antes de la batalla de Manhattan, Clarisse fue la única capaz de responderle a pesar de su voz quebrada, le explicó el por que de la cuenta especial y la hija de Atenea lloró en silencio por cada pérdida, hace siete años habría jurado que nunca vería a esa chica expresar de manera tan explícita sus emociones, ese hecho era sólo obra de Percy, él le había enseñado a confiar en los demás, a no tener miedo a mostrar más su personalidad, él la sacó poco a poco de su crisálida, derribo sus defensas y nos mostró a la mejor compañera del mundo, alguien en quién confiábamos ciegamente, suspire sin pensarlo.

-¿Estás bien ladronzuelo?- sin quererlo me hizo sonreír.

-Sí, Kit-Kat es sólo que...-

-¿Sólo que qué?-

-Me preguntaba que habrá hecho Perce para no perder el rumbo a pesar de todos los obstáculos que ha tenido, por que seamos honestos Kit-Kat todos tenemos tentaciones- ella sonrió con un deje de tristeza.

-En uno de nuestros ensayos se lo pregunte- ella acomodo un mechón de su cabello que se había pegado a su frente lo hizo con mucha delicadeza, con el cariño de una hermana y sonreí ante su gesto, tanto Kat como Miranda le tenían un cariño especial a Percy que las malcriaba como un buen hermano mayor - él dijo que no le importaban los obstáculos que tuviera que pasar, tenía la certeza y la solidez que le brindaba la presencia de Annabeth en su vida, que haría lo imposible por levantarse si llegaba a caer, por seguir siendo él incluso cuando no encontraba salida sólo por llegar a casa y verla sonreír todo lo demás, el dolor, las pérdidas, los tropiezos, desaparecían en cuanto la veía, que la amaba más de lo que algún día imagino hacerlo cuando se dio cuenta, que supo que no importaba la distancia, el tiempo, ni siquiera que no estuviera con él, nunca amaría a nadie con la misma intensidad que a ella, incluso si hubiese aceptado la inmortalidad la seguiría amando hasta el final de los tiempos por que ella es la luz de su vida y siempre lo sería incluso aún si renunciaba a ella, sólo existiría Anna para él- llegados a este punto las lágrimas se acumulaban en esos ojos verdes que tanto amaba, cuando giro a mirarme empezaron a derramarse por su rostro estrujando con ello mi corazón, intente sonreírle mientras con mis pulgares limpiaba sus mejillas.

Recuérdame (Percabeth) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora