Era una noche oscura. Llovía y la luna no se veía por ningún lado. Como si no quisiera ser testigo de lo que iba a pasar.
El ya llevaba un rato en casa, triste, con los ojos vacíos y sin luz. Bebiendo botellas de vino una tras otra, solo para llorarlas.
Esa coraza vacía de lo alguna vez fue un hombre exitoso se volvió lo que es gracias a aquella mujer de ojos grises y labios rosas. Aquella que le hizo ver el mundo de otra forma y luego se lo despedazó.
Aquel bastardo acompañado de su moribunda tristeza y la valentía que el alcohol le otorgó levanto el teléfono y le marcó.
No hubo respuesta.
Su mente lo destruía por dentro su corazón parecía que se le iba a salir del pecho. Tantas emociones hicieron que el bastardo del amor sucumbiera a sus pensamientos más negros y tomo una decisión.
Tomo una silla y ato su cinturón al candelabro y se la puso al cuello.
Acto seguido pateo la silla y entre pensamientos de lo que vivió y tristeza infinita no opuso resistencia.
Y cuando su conciencia se desvanecía y recibía el frío beso de la muerte.
Sonó el teléfono.
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Poesía de un corazón herido
PoesiaPorque antes de amar, hay que saber llorar. Son una serie de escritos (comúnmente prosas) que he estado haciendo desde hace años y aunque no son los mejores ni los más extravagantes. Son algo que hago con mi corazón en el puño y en muchas ocasiones...