Silvia despertó con el mismo pensamiento que tuvo antes de dormir, tenía que ir al teatro ese día por la tarde.
Nada era más importante para ella que el teatro, pero esta vez era diferente. Por fin sentía que no estaba sola y eso no era gracias al teatro, era gracias a Jorge.
Pero le costaba aceptarlo.
Se paró de un salto y se dirigió al baño para darse una ducha rápida y comenzar su día, tan lleno de actividades como los demás.
Salió de su casa lo más rápido posible, subió a su carro en lo que se arreglaba el moño del cabello.
Llegó a la academia a impartir las clases que le tocaban ese día y salió justo como entró, rápidamente. Volvió a subir al carro, pero esta vez iba en dirección al tribunal, necesitaba resolver todo lo que tuviera pendiente para llegar puntual al teatro.
Mientras iba en camino hacia su trabajo pasó cerca de un centro comercial y no pudo evitar fijar la mirada en una joven de pelo largo y ondulado, la chica iba saliendo del centro comercial con una bolsa en mano y los audífonos puestos. Se notaba que al salir de la escuela pasó de compras, parecía molesta.
Creyó conocerla de algún lado, y cuando hizo memoria recordó. Era Regina, la joven hiperactiva del teatro.
El semáforo se puso en rojo y su auto quedó justo frente a ella, pero la joven no tenía ni la más remota idea de que Silvia la estaba viendo. La vio acercarse más hacia la acera, Silvia pensó que sería buena idea darle un aventón hasta que vio un joven salir corriendo detrás de ella para después comenzar a discutir.
La chica le dijo algunas cuantas palabras y se alejó de él, estaba a punto de cruzar la calle pero Silvia llamó su atención con el sonido de la bocina del carro y le hizo señas de que se subiera. La chica dudó por unos segundos, volteó hacia atrás y se subió al carro de Silvia.
-Hola Regina.
-Hola Silvia. -la saludó al subirse al auto.
-¿Problemas con tu novio?
-No es mi novio.
-¿Entonces?
-Bueno, salía con él. Pero no era mi novio, en todo caso después de hoy nunca lo será. -dijo mientras se acomodaba el cabello y checaba que su maquillaje estuviera en orden.
-¿Qué pasó? -sabía que no tenía por qué preguntar pero la curiosidad siempre le ganaba.
-Estaba besándose con una de mis compañeras justo afuera de la tienda donde yo estaba comprando. -dijo tratando de no mostrar expresión alguna.
Ya era la segunda vez que la curiosidad de Silvia hacía recordar a la gente cosas que los lastimaran, la primera vez fue con Jorge.
-Oh lo siento, no quería incomodarte.
-No te preocupes linda, no me duele. -dijo mientras le guiñaba un ojo.
-Esta bien. Bueno dime, ¿hacia dónde vas? Te puedo dejar cerca.
-Oh gracias, voy para condesa.
-Queda cerca del tribunal, si quieres puedo dejarte justo allí.
-Me parece genial, gracias.
Manejó hacia su destino y se comenzó a analizar todo lo que Jorge le había comentado sobre ella. Básicamente le dijo que Retina es maravillosa, que la consideraba un estuche de monerías dado que hace de todo un poco y como ser humano tiene el mejor de los corazones; pero en cuanto una mujer intenta tener algo con él, ella se convierte en la hija más celosa que pueda existir y a causa de esto las mujeres terminan huyendo.
Esto último la puso a pensar demasiado.
— Sabes que cualquier cosa puedes contar conmigo ¿verdad?
— Claro, linda.
— ¿Estudias aquí?
— Si, solo entre semana pero quizá también los sábados.
— ¡Hazlo! — rió. — Yo estudio en esta misma escuela los sábados, sería genial verte.
Silvia encendió el carro y la dejó afuera de una escuela ballet, quería quedarse un buen rato y hacerle más preguntas pero ya se le hacía tarde para llegar al tribunal.
Se despidió de Regina, no sin antes intercambiar sus teléfonos y acordar un día para salir y platicar sobre muchas cosas. Se dirigió al tribunal lo más rápido posible y comenzó a resolver todos sus pendientes.
Imprimió algunos papeles, firmó otros, selló algunos más, repartió otros más. Estuvo de un lado al otro todo el tiempo con tal de llegar puntual al teatro.
Se dieron las cinco y media, Silvia salió como un rayo del tribunal, subió al estacionamiento por su auto y pisó el acelerador lo más que pudo para poder llegar rápido.
En efecto, llegó a las cinco con cuarenta y cinco. Al entrar creyó que no había nadie, fijó su mirada hacia el proscenio y se percató de que no estaba sola. Vio a Jorge y Regina platicando sobre algo serio dado que sus rostros reflejaban seriedad.
Se acercó silenciosa, intentando no interrumpir aquella charla y sin querer escuchó un poco.
-Nena, ya no estés así. Se que te afecta mucho porque él te atraía pero no te sientas triste. -Jorge intentaba cambiar el estado de ánimo de Regina pero no lo conseguía. -Preciosa, recuerda que hay mas chavos en este país que estrellas en el cielo. Ya llegará el indicado, pero primero tendrás que presentarmelo.
Regina rió. -Jorge no seas así, cuando tenía ocho tu espantabas a los niños que se me acercaban. No quiero imaginar cómo serás con alguno de los chicos con los que salga.
-Es que ninguno es lo suficientemente bueno para mi bebé. -dijo mientras la abrazaba, levantó la vista y vio a Silvia sentada al borde del escenario. Nunca se dio cuenta de su presencia, ahora se sentía apenado.
Regina se paró un instante y sin decir a donde iba, desapareció. Dejando a Jorge y a Silvia solos.
-Veo que tu y Regina se tienen mucho cariño. -Dijo ella al mismo tiempo que se acercaba a él para platicar un poco más cómoda.
Jorge le regaló una cálida sonrisa. -Regina es una niña muy linda, ella conoció a su padre cuando tenía trece años y yo desde mucho tiempo antes ya le había tomado mucho cariño, la quiero como si fuera mi hija. Es lindo que ella también me quiera como si fuera su padre, confía demasiado en mi y la quiero mucho.
- Eso no me lo contaste en el café
- Quería dejarlo para otro día, es una muy larga historia
Eso hizo que Silvia se enamorara más de él. Jorge demostraba ser un hombre muy responsable, noble y con muy lindos sentimientos.
-Parece ser que eres un padre muy celoso. -dijo con una sonrisita.
-Pues claro, no puedo siquiera imaginar a mi niña, a la nena de mis ojos con cualquier wey que se encuentre por la calle, y que se la lleve, le proponga matrimonio, la embarace y la aleje de mi. Osea ¡no! -dijo con el típico tono de padre celoso causando la risa de Silvia.
-Me encanta tu forma de ser, tan simpática. -dijo ella con total sinceridad.
-Lo se, yo le encanto a todo mundo, con decirte que me dicen "Príncipe Encantador". Por eso me cotizo súper rápido bebé. -ella volvió a reír gracias a los tonos y gestos que hacía Jorge.
-Muy bien Príncipe Encantador, tengo una pregunta para usted.
-Claro, dime.
-¿Quisiera usted, su majestad, salir con esta vil mundana a tomar otro café?
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Café Frío
FanfictionNada es para siempre: el café se enfría, el cigarro se apaga, el hielo se derrite, el tiempo pasa, el amor se muere, las personas cambian, la vida se va.