➳ Again ➳ Cato Hadley & Marcia Prohace ~ Segunda Temporada LITHG

Capítulo 3. Gira de la Victoria

Nos encontrábamos en el tren que nos llevaría a través de todos los distritos de Panem. Volvíamos del distrito 1 y nos dirigíamos al distrito 2. Se visitaban dos distritos por día. Cato lo llevaba todo muy bien, claramente no me asombraba para nada. Pero dirigirnos al distrito 2 después de esa carta que recibí me tenía inquieta. Me preguntaba si el padre de Cato se encontraría allí, observándonos, analizándome, yendo de parte de Snow para espiarme.

Trataba de alejar cualquier mal pensamiento de mi mente con el fin de poder estar más relajada. Pero era difícil. Más aún teniendo en cuenta todas las cosas improvistas que pudieran suceder.

Cato y yo estábamos acostados en la cama de nuestra habitación del tren. Mi cabeza reposaba en su pecho desnudo y mi mano lo acariciaba. Una de mis piernas pasaba por encima de las suyas. Esa era mi definición de paz y tranquilidad, donde todos mis problemas parecían desaparecer. Sabía que Cato me observaba, lo sentía.

Sentí como bajaba por mi espalda y la acariciaba una de sus grandes y masculinas manos, tranquilizándome y estremeciéndome. Levanté mi cabeza para que nuestras miradas se conectaran, dándome de lleno con esos ojos color cielo que me alumbraban el día. Admiré su belleza, sus facciones tan bien marcadas, sus ojos que tanto me expresaban, sus labios dulces y delgados, su expresión tranquila junto a mi, su creciente barba, su cabello ahora con un corte muy diferente. Ese hombre emanaba masculinidad y seguridad para mi. Ese hombre era la alegría de mi vida. Me coloqué encima de el con una sonrisa, le acaricié el rostro y le di un corto beso en los labios.

-No tengas miedo, preciosa. Estamos juntos en esto y creo que te he demostrado que no dejaré que nada malo te pase nunca- asentí como si fuera una niña pequeña.

-Te amo, Cato- dejó ver una de sus hermosas sonrisas que tan preciadas eran para mi.

-Yo a ti, princesa- me acerqué de nuevo dándole un beso profundo.

Lo necesitaba, lo necesitaba cada vez más cerca de mi. Necesitaba que nos fundiéramos, que la distancia no existiera. El beso era expresivo, una explosión de sentimientos y deseos, cargado de pasión. Mis manos se encontraban en su cuello, acariciando desde su nuca hasta el comienzo de su espalda, desde su nuez de adán hasta su clavícula, masajeando el lóbulo de sus orejas. Su tacto me recorría la espalda por encima de la blusa, hasta mis nalgas apretándolas levemente, bajando por mis piernas hasta acariciar mis pies descalzos.  

Tomé su nuca con fuerza haciendo que se sentara en la cama manteniéndome encima de él. Acariciaba su torso bien marcado y tan suave, sentía sus cicatrices ganadas en su tan arduo entrenamiento antes de los juegos. Se separó de mis labios comenzando a besar mi cuello, sabía que era mi punto débil, la forma en que me besaba, tan lento y húmedo, hacía que un calor intenso me recorriera el cuerpo entero. Incliné mi cabeza hacia atrás mientras sentía que sus manos se aposentaban en mis nalgas en un agarre posesivo. Me mantuve acariciando suavemente su cuerpo y su espalda, acariciando por el borde de su pantalón y calzoncillo.

Sus manos pasaron por debajo de mi blusa para acariciar mi espalda por debajo de la tela. Hice que volviera a besar mis labios con un tirón de cabello que lo hizo suspirar. Abrí paso a su boca con mi lengua encontrándome con la suya que esperaba a la mía con ansias y fuerza, se entrelazaron al instante en un baile sensual.

Una de sus manos llegó al prendedor de mi sostén, desabrochándolo con facilidad. Sentí mis pechos libres. Sacó mi blusa y mi sostén de una sola vez, dirigiendo enseguida una de sus manos a masajear uno de mis pechos mientras mantenía su otra mano en mi espalda baja para sostenerme. Comencé a dejar salir suaves gemidos entre medio de nuestros besos. Ese era el indicador que Cato necesitaba para masajear con más intensidad mis senos. Su pulgar dibujaba círculos en mi pezón ya erecto, eso me volvía loca.