Capítulo 5

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Como si de un sueño se tratase, Hayeon pasó, en apenas un parpadeo, de estar en la orilla del mar a verse sentada frente a Taekwoon en un pequeño bar justo donde empezaba la arena de la playa.

Los pocos clientes que se encontraban allí dedicaban furtivas miradas a los dos muchachos. El largo cabello rojizo de ella destellaba bajo los últimos rayos del sol, que ya desaparecía en el horizonte. Su redondeado rostro mostraba una extraña conmoción, como si no entendiese del todo la situación en la que se encontraba. Sus pequeños ojos estaban clavados en los dos agujeros negros que eran los del muchacho que se sentaba frente a ella; su afilada mirada parecía querer devorar cada ínfimo recoveco del rostro de su acompañante. Y resultaba perturbador, a la par que fascinante, el modo en que la pálida piel del joven dejaba traslucir sus oscuras venas, pronunciadas notablemente en el cuello y los brazos.

—¿Qué estoy haciendo aquí? —Hayeon parpadeó un par de veces, despertando repentinamente del sueño en el que se encontraba.

En el momento en el que sus miradas desconectaron, esa extraña aura que los había rodeado y que los había convertido en el centro de atención por unos largos minutos desapareció. La pelirroja se removió en su asiento y miró la hora en su teléfono móvil. 9.30PM. Su madre y su hermano aún estarían esperando para cenar con ella.

Sin volver a pronunciar palabra Hayeon se pasó el asa de su pequeño bolso por la cabeza y se levantó, sintiendo cómo algo tiraba de ella apenas dio el primer paso. Descendió con la mirada hasta su brazo derecho, contemplando el firme agarre de la mano del joven, que rodeaba sobradamente el antebrazo de ella.

—Tengo que irme. Me están esperando, ya te lo he dicho.

—Quédate —la palabra se escapó de entre sus dientes en un suave siseo—. Por favor.

¿Te quedaste tú cuando yo te lo pedí?, el grito de su inconsciente la sobresaltó a ella misma. No pudo aguantar por mucho más la mirada de Taekwoon, y trató de deshacer el agarre una vez más sin ningún resultado.

—Suéltame, tengo que volver a casa.

—Entonces prométeme que nos veremos mañana.

—¿Qué?

—¿No quieres volver a verme?

Sí, claro que quiero. Este pensamiento hizo que la muchacha abriese sus pequeños ojos desmesuradamente, de nuevo cogida por sorpresa por su propio subconsciente. ¿De verdad quería volver a verle? No. Sí... No debo. La imagen de Yuri colocándole uno de sus mechones de pelo tras la oreja atravesó su mente como un rayo.

—¿Hayeon-ah?

—¡Sí!

—Bien —una casi imperceptible media sonrisa se dibujó en los perfilados labios del joven—. Te espero aquí a la una.

Hayeon asintió, y él soltó el agarre finalmente. La muchacha tragó saliva y trastabilló hacia detrás un par de pasos, dando la vuelta y saliendo atropelladamente del lugar segundos después.

Taekwoon permaneció sentado, observando aún con esa pequeña sonrisa en sus labios cómo Hayeon desaparecía por entre las calles de la ciudad.


                                                                 ***


—¿No te han dicho nunca que tu nombre es un poco...?

Taekwoon levantó la mirada del libro que estaba leyendo para prestar atención a las palabras de Hayeon. Como la chica no terminó la frase, el joven sencillamente siguió esperando en silencio a que finalizase, dejando que fuese el ligero alzamiento de una de sus cejas lo que mostrase la expectación ante sus palabras.

Blossom Tears (Leo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora