—¡Hayeon-ah!
Hayeon bajó con parsimonia las escaleras que llevaban a la planta inferior de la casa, respondiendo a la llamada de su madre. La encontró en el salón, planchando unas camisas de su hermano.
—¿Puedes ir a comprar coca-cola al supermercado? Se nos acabó ayer.
La pelirroja no pudo evitar dibujar una mueca de pánico en su rostro. Había decidido pasar ese último día en Busan encerrada en la casa, evitando así cualquier posible encontronazo con Leo.
—No hace falta, mamá, podemos beber agua...
—No seas tonta, Hayeon. Ve ahora, que no estás haciendo nada. Así me ahorras tener que ir yo mañana, porfa.
Los ojos de gatito de su madre vencieron contra los pucheros de la muchacha, que acabó por chistar y girar sobre sus talones con fastidio, arrastrando los pies hasta la entrada de la casa, mostrando así su disconformidad con aquello.
Ni siquiera se molestó en cambiarse de ropa para ir al supermercado. Salió con los vaqueros viejos y desgastados que llevaba para estar por casa, un amplio jersey de un color amarillo apagado, y sus botines blancos. El sitio no estaba muy lejos, pero aun así tenía que cruzar un par de calles y encontrarse con gente a la que no le apetecía saludar. Se había levantado de mal humor, aunque en casa tratara de ocultarlo; no quería preocupar a su madre, y tampoco quería tener que responder a las preguntas con las que seguramente la atacaría su hermano.
—Oh, ¡Hayeon-ah!
Su corazón dio un vuelco al escuchar que alguien la llamaba por su nombre, pero al segundo se relajó, dándose cuenta de que la voz pertenecía a una mujer. Cambiando la angustia por una sonrisa en su rostro, giró y saludo a la mujer que se acercaba hasta ella con pasos rápidos, estirando ya sus manos hacia Hayeon para agarrar los brazos de la chica y zarandearla levemente en cuanto la tuvo a mano.
—¡Cuánto tiempo, niña! ¿Qué tal estás? ¿Cómo te va por Seúl? ¡Tienes que dejarte ver más, Hayeon-ah!
Era una de las amigas de su madre, a la que no veía desde el año anterior por las mismas fechas. Era verdad que a la joven no le gustaba socializar mucho por la ciudad cada vez que iba a visitar a su familia. Prefería dar largos paseos por la playa, sola con sus pensamientos. O quizá acompañada de su hermano, pero no le agradaba la compañía de nadie más.
—Oh, ¡imo! Sí, me va genial... Aunque siempre echando de menos Busan —mintió, dibujando otra pequeña sonrisa.
—Ay, niña... ¡Claro que lo echas de menos! Tener que irte tan lejos cuando tu madre te necesita tanto... —chistó un par de veces con la lengua y negó con la cabeza, mirando apesadumbradamente a sus pies.
Hayeon crispó el rostro en una mueca de disgusto, la cual pasó desapercibida para la mujer, pues cuando volvió a mirar a los ojos a la muchacha, esta ya había fingido otra sonrisa. La pelirroja no pensaba responder a ese descortés comentario por parte de la mujer, y ésta se dio cuenta de ello, por lo que se apresuró a cambiar de tema.
—¡Ah! Me dijo tu madre que sigues con ese novio tuyo... ¡¿Cuándo vas a traerlo y presentárnoslo, eh?!
Golpeó repetidas veces el brazo de la muchacha, riendo entre dientes con esa sonrisa de señora pervertida y maruja que caracterizaba a todas las mujeres del barrio, algo que Hayeon detestaba, y agradecía mil y una veces en su interior que su madre no fuera como ellas. Jamás había entendido cómo conseguía llevarse bien con esas señoras.
—Ah... sí, imo. A-algún día vendrá conmigo a visitar a mamá, claro. Ahm... ¡tengo que irme! Me están esperando en casa, ¡espero que siga bien! ¡Hasta otra!
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Blossom Tears (Leo)
Fanfiction¿Me quiere? ¿No me quiere? A veces observo los pétalos de flor de cerezo caer con ese suave y delicado baile, hermosos... perfectos. Taekwoon y yo somos como dos pétalos de una de esas bonitas flores. Nuestro amor es como esos pétalos, precio...