Querer que me quieras.

Me invadió el miedo.

Gritaba a los cuatro vientos que no te alejaras, y mientras más lo hacía, mas te marchabas.
Él me estaba invadiendo, me estaba sintiendo confundido y solo era, miedo. Tenía miedo.
Miedo, esa es la palabra que puedo usar para describir lo que sentí en aquel momento; cuando lo eche a perder todo, todo lo que aún quedaba.
Que lindo fue haberte conocido, que placer haber compartido alguna que otra cosa contigo, pero hoy son solo recuerdos gracias a mi estupidez humana y a mi falta de interés de tener contacto con la gente.
Tal vez todo se tenía que dar de este modo, tal vez vos tenías que llegar a mi vida para darme la valentía que hoy gané y luego irte rumbo a otra dirección, obviamente ahí no estaba incluido yo. Tal vez todo lo que yo acá escriba sea ese posible tal vez.
Qué ironía el decir que la vida te quita a las personas, que la vida es la culpable de todo lo que nos ha estado pasando, porque la vida no hace nada, la vida es vida y no va a dejar de serla a menos que uno busque que ya no esté. Es estúpido echarle la culpa a los demás de nuestros propios actos, ya que todo tiene un por qué, una causa, una consecuencia, y haberte perdido fue gracias a mi inseguridad, a mi timidez y mi más grande miedo: que te vayas.
Fui alejandote asi poco a poco. Paso a paso, despacio y cada vez mas rápido, te fuiste, y yo no tuve más remedio que aceptar que debías partir. Te alejaste de mi lado porque estaba siendo invadido por la emoción mas horrible que se puede llegar a sentir, se me acalambraban los músculos, se me tensaba el cuerpo de tan solo pensar que te ibas y muy lejos, no fue mi decisión sentir esto, fue a causa de un miedo, que apareció en el mejor y peor momento.