Cap. 7

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Mientras veo como Syribi se aleja hasta la punta más lejana de la cueva, reviso mi mochila para comprobar que todo está en su lugar. En efecto, nada falta. Saco la caja amarilla y la miro desde diversos ángulos. No queda mucho, se nota que debo conseguir nuevos objetos lo antes posible, si es que salgo rápido de esta cueva.

Syribi vuelve con dos pescados en cada mano, aunque no parecen muy frescos. Ni tampoco cocinados. Me extiende uno, y yo lo acepto. Aunque podría comer una comida más civilizada, no es conveniente. Tal vez en la noche pueda comer algo caliente para poder pasar el frío.

- Gracias, Syb - le digo agradecido, dándole una mordida a la parte central. Odio el pescado, casi se podría decir que lo aborrezco, pero debo tragarme mis gustos culinarios si quiero sobrevivir aquí dentro por quién sabe cuánto.

- No me llames Syb - dice ella cortante, dándole unas cuantas mordidas al suyo. Se ve bastante molesta, y me pregunto por qué será.

- De acuerdo, sólo quería ver si te quedaba el sobrenombre.

- Pues no me gusta - otra vez el mismo tono, enojo y fastidio, como si mi sola presencia ya la molestara. ¿Pero qué le sucede?

- Esta bien, tranquila - sueno un poco molesto, y ella lo capta.

- Estoy tranquila - me lanza una mirada asesina, atravesandome con esos ojos miel que ahora lanzan chispas de odio.

Ni siquiera me molesto en contestar, y miro con asco mi pescado. Syribi me mira de reojo, comiendo aún la cabeza del pez. Me pesca viendo con asco mi comida.

- No te gusta el pescado - es más una afirmación que una pregunta, se ha dado cuenta.

- No es mi comida favorita.

- ¿Por qué no te gusta? - preguntó con la voz un poco rasposa.

- Bueno, no a todo el mundo le gusta el pescado. Por ejemplo, ¿A tí te gusta el pollo?

- ¿Que es pollo?- preguntó arrugando las cejas. Al principio creo que es una broma, pero al ver su expresión perdida me doy cuenta de que no.

- No importa.

- Estas evitando el tema - vuelve a atacar.- ¿Por qué no te gusta el pescado? ¿Es por qué lo relacionas con algo, o con alguien?

- Esto es ridiculo, ¡Cómo voy a relacionar un pescado muerto con alguien!

- Entonces si es con alguien - toma una espina de pescado y me señala con ella.- ¿Quién es? ¿Tu madre? ¿Tu padre, hermanos, algún amigo?

- ¿Sabes qué? No voy a seguir hablando de esto. NO me gusta el pescado, y no es por que lo relacione ni con mi hermano, ni mi mamá, ni mi padre, no me gusta porque así soy yo - digo decidido, me levanto de la piedra donde estaba sentado y me doy la vuelta para tomar algo de mi mochila.

- Entonces es por tu padre - dice a mis espaldas. Eso me deja inmóvil, aturdido. ¿Cómo diablos supo eso?

- ¿Cómo sabes eso? - pregunto, aún de espaldas.

- Es simple. En vez de decir papá igual que dijiste mamá, dijiste padre, algo que en mi opinión es bastante formal. Eso quiere decir que estas resentido por algo que hizo, y ese algo tiene que ver con el pescado. ¿Me equivoco?

- Si, si te equivocas - digo dándome la vuelta y asintiendo con la cabeza.- Para tu información, no hizo algo con un pescado, es pescador. ¿Y desde cuándo te crees psicóloga, eh?¿Qué te hace creer que puedes decir unas cuantas palabras sofisticadas y deducir por mi forma llamar a mi padre que tengo problemas con él?

Ella queda muda. Yo la miro con los ojos bien abiertos, no se de dónde salió tanto enojo. Tal vez fue por la forma en que me trató, o por cómo me descifró tan fácilmente, o solamente era resentimiento guardado hace tanto tiempo. Syribi se queda mirando al suelo unos segundos, y luego me mira con esos ojos cristalinos que parecen resplandecer con la luz del hoyo en el techo.

- ¿Qué pasó? - pregunta seria, volviendo su voz más grave.

- Yo... yo tenía diez años. Entonces, cuando volvía de la aldea, pasé por la ventana de un bar y vi a mi padre, besándose con otra mujer. Corría a decirle a mi mamá, y ella solo me dijo que me olvidara de eso, que ella lo arreglaría. A los catorce años, aún vivía con nosotros. Yo fuí a verlo pescar en su bote, y oí a una mujer, hablándole. Ellos estaban... y justo ahí, a solo unos metros de la casa. Cuando salieron del barco de pesca, le dije a mi padre que dejara a la mujer o le diría a mamá. ¿Sabes lo que hizo? Me metió un pez en la boca, me tomó por el cuello y me dijo que si le decía algo a mamá, él mismo me arrojaría al lago en donde pescaba - noté que estaba llorando, así que me limpié las lágrimas y seguí hablando.- Obviamente fui al otro día, cuando el viejo "trabajaba" en el bote de pesca, y le conté a mamá todo. Decidimos empacar todo he irnos ese mismo día. Solo era un viejo idiota, un maldito infeliz.

Me senté en la piedra, mirando al suelo, perdido en mis memorias. En eso, siento una extraña cosa que rodea mis hombros, y al darme cuenta que es la cola de Syribi sonrió. Ella también lo hace, limpiando mis pocas lágrimas.

Era raro, pero con ella a mi lado, de pronto me sentía seguro.

SyribiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora