Con los dedos temblorosos, Craig recorria la piel de Tweek, siguiendo inconscientemente un camino a lo largo del verdoso y azulado de sus venas.
Miraba las pecas claras de su piel, y los lunares más pigmentados que se distinguían.Su cuerpo completo.
De arriba a abajo, cada cabello rubio, cada bello dorado, aquellas pestañas tan largas y labios partidos.
Poder mantener la mirada encima de Tweek, era algo que valia la pena apreciarse.
El provecho que le sacaba a la luminisidad del sol sobre su cuerpo, sobre su piel, era una muestra de belleza injusta.Injusta al mostrar cuanto daño le había causado.
Tweek seguía profundamente dormido, su brazo descansaba debajo de su cabeza, su cabellera rubia caía sobre la almohada, sus ojos se mantenían cerrados, su belleza ajena era indudable.
No era de esa belleza femenil o vulgar, sino de esas que los antiguos Griegos se esforzaban por inmortalizar en sus esculturas.Una obra que había sido corrompida con en paso de los años.
Craig no podía apartar la mirada de todas aquellas marcas sobre su piel.
Apretaba los labio al apreciar ahora como se habían transformado de simples marcas de juegos a grandes marcas de odio y desesperación reprimida.Recordaba aquellos tiempos en lo que ambos chicos eran apenas unos niños, aquellos tiempo en los que pasar tiempo con Token y Clyde era lo mejor del mundo.
Si, cuando eran niños lo único que les importaba era salir de clases a jugar al patio trasero de cualquiera de los 4.
Siempre había imaginación para hacer lo que desearan, creer en lo más absurdo, crear una infinidad de cosas, tener algo en mente muy alejado a la crisis emocional, a la preocupación habitual y al cansancio mental con el que ahora debían lidiar en su día a día.Lo único que le preocupaba en esa época era en ayudar a Tweek a no mirar sus debilidades, a no asustarse, a no sentirse solo.
Cada vez que Tweek se golpeaba o lastimaba por haber resbalado con la madera mojada de su casita de árbol, o simplemente por su distracción, la facilidad con la que un moreton aparecía en su piel era tan fácil como predecir su pánico ante ello.
Craig se molestaba exageradamente mirar como, a toda costa, aquel niño que llenaba su cuerpo de color gracias a su propia distracción, usaba aquellas camisas de manga larga para ocultar esos sutiles golpes y que sus doctor dejase de aprovecharse en meter más medicamento a sus recetas.
Pero aparte de ello, era consiente de cuanto Tweek los odiaba también.Pero lo que menos le gustaba era el sentimiento de frustración al no poder hacer nada por su amigo.
Los días seguían, las cosas transcurrían como siempre, no parecía como si nada fuese a cambiar.
En un día cualquiera como esos, mientras Craig, tirado en el medio de su habitación con hojas blancas, colores y acuarelas a su alrededor, algo de diamantina en frascos y Stripe mordiendo algunas hojas de papel, el pequeño Tucker mataba la tarde haciendo dibujos que al parecer de su imaginación de infante, eran el espacio.A él le encantaba hacerlos, a pesar de saber que terminarían arrugados, sucios y tirados a la basura por su madre, pero no le importaba, a él le gustaba esa mezcla de colores que se hacían en el cosmo.
Colores claros y oscuros, rozas y azules, morados y rojos, verdes y amarillos, negros y blancos, una limitada paleta de colores.Miro aquella acuarela aún humeda sobre la hoja que antes era blanca y aburrida, quedaba la parte final, tirar de manera dispersa la diamantina blanca para que se viese exactamente como una pedazo del universo que tanta curiosidad le causaba.
No se esforzó en hacerlo, pues sólo cogió un poco con sus dedos y lo arrojó como ai de sal se tratará, pero en definitiva había sido el mejor que había hecho hasta entonces, a pesar de que los colores que reinaban eran el rojo, azul, morado y rosa, y nolos colores oscuros que comúnmente usaba.
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Odiame mañana (Tweek & Craig)
Fanfiction"¿Deseas que te amen? Nunca pierdas, entonces,el rumbo de tu corazón. Sólo aquello que eres has de ser, y aquello que simulas, jamás serás. Así, en el mundo, tu modo sutil, tu gracia, tu bellísimo ser, serán objeto de elogio sin fin y el amor un se...