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Kiyomi ya había bajado del avión con una expresión satisfecha. Pero cuando salió del aeropuerto, seguida de sus padres —quienes se fueron rápidamente por temas de trabajo—, se sintió increíblemente tranquila. Una brisa hizo mover ligeramente su melena de color celeste, haciendo que la chica recordara con exactitud lo que era estar en casa otra vez.

Había vuelto.

Si bien, China había sido un lugar agradable para vivir un tiempo, acomodándose a sus costumbres sin ninguna elección de elegir debido al trabajo de su padre, Japón era su hermoso hogar, el cual siempre le dio de todo para una interesante vida.

Interesante en todos los sentidos, para buena o mala suerte de la joven. Un insistente nombre se coló sin ningún respeto por sus labios debido a ello.

— Yamazaki Sousuke. —arrastró las palabras con molestia— Algún día, me las pagarás.

— ¿Ya estás hablando sola de nuevo?—la voz de un muchacho, le hizo pegar un respingo de lo repentina que fue.

— ¡Rin! —exclamó sorprendida al verlo. Su apariencia de niñita había desaparecido. ¡Todo sobre lo que ella se burlaba sobre su mejor amigo se había ido! Estaba mucho más alto, por lo menos una cabeza más arriba que ella. Mucho más guapo también, incluso bajo esa polera se podía notar con eficacia como la adolescencia había hecho efecto en él. Sus brazos, se veían musculosos y largos, tales como los de un digno nadador. Su espalda estaba ancha y bien formada, otra característica que podían presumir los nadadores. Sin duda, su Rin Rin, estaba hecho todo un hombre.

— ¿Ah, ya me olvidaste? Que feo de tu parte Kiyomi. —la miró con recelo.

No obstante, seguía teniendo la misma actitud infantil.

— ¿De qué estás hablando? ¡Sólo me sorprendiste estúpido! ¿Cómo te atreves a crecer? ¿Quieres morir? —la chica golpeaba en el brazo a Rin, quien la miraba divertido ante la escena que estaba armando en pleno estacionamiento del aeropuerto.

— Yah, deja de pegarme y dame eso. —le quitó la maleta azul y agarró su brazo, comenzando a tirar de ella. Pero ella no hacía esfuerzo por seguirlo— ¿Vienes o no, Kiyo?

— No sé, ¿sabes? —Rin levantó una ceja y dejó la maleta a un lado para cruzarse de brazos— Yo esperaba un abrazo efusivo, unos miles de "te extrañé" y algún pastel como bienvenida.

Rin soltó una fuerte risotada que la desconcertó.

— Oye, hablaba en serio.

— Te iba a invitar a un café, después de todo tus padres me dejaron a cargo de ti.—se encogió de hombros— Pero tomemos tren primero.

— Dios mío, eres algo así como niñera. —hizo una mueca de asco que se esfumó rápidamente en otra de tristeza— Odio que trabajen tanto.

Rin posó una de sus mano en el hombro de la más bajita. Le dedicó una leve sonrisa, en donde Kiyomi se dio cuenta de que eso sí, no había cambiado nada. Las sonrisas de Rin seguían siendo el brillo y el gesto más bonito que tenía él.

— Pero estás de vuelta. —dijo— Y yo estoy feliz por eso, kaeru.

Kiyomi soltó un suspiró para luego aplaudir más animada. Esta vez fue ella quien tiraba de Rin.

— ¡Vamos! ¡Quiero mi pastel!

...

— Así que, ¿todo bien allá en China? —preguntó con la boca llena, saboreándose unas galletas de vainilla.

look at me ✦ nanase harukaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora