003.

579 68 11
                                        

Kiyomi estaba boca arriba, observando el techo de su habitación con suma atención. El aburrimiento llegaba a hacer tanto, que casi se veía contando uno por uno los agujeros que había.

— Quiero nadar... —murmuró para sí, acompañado de cerca de un largo suspiro de rendición.

Era día domingo. No había escuela, ni piscina —para gran tristeza de ella— y ni siquiera había alguna materia que estudiar. Había salido en bicicleta a dar un par de vueltas y trotado un par cuadras; pero nada parecía funcionar para calmar su tedioso ánimo. Su playlist de música se había acabado hace tan sólo unos minutos. ¿Cuánto más sobreviviría así de solitaria?

A pesar que ya había transcurrido un mes desde su traslado, y de que todo iba de maravilla, los domingos siempre eran un tema pesado.

— ¡Voy a hacer algo por mi vida! —gritó, haciendo que su único y más reciente compañero, el pequeño gatito llamado Shōyō, saltara de la cama, completamente asustado— Oh, lo lamento mi bebé. —corrió a tomarlo en brazos, haciéndole mimos y gozando de su ronroneo.

Era de color blanco, con divertidos mechones naranjos que le recordaban al cabello de Hinata Shōyō del anime de voleibol, Haikyuu. He ahí la gran procedencia de su nombre.

Luego de esa pausa, dejó a Shōyō nuevamente en su cama y Kiyomi prosiguió con su insólita misión. Arreglar el armario.

No obstante, Nakamoto Kiyomi era bastante ingenua. Sus pensamientos se basaban a que no le tomaría mucho tiempo, debido a que ella apenas y estaba en casa. ¿Cuán equivocada estaba, para que una avalancha de ropa cayera sobre su persona?

Fue tanta la impresión, que cayó al suelo entre el mar de ropa que había caído. Se preguntó a sí misma como era eso posible. ¿Tan desordenada era?

— Supongo que tardaré más de lo pensado... —se encogió de hombros— Pero por lo menos estaré distraída con algo.

Dividiendo las ropas en grupos, lanzando a lo lejos prendas que no le agradaban o que ya no eran aptas para una joven de diecisiete años hacia una bolsa de basura, encontrando ropa que dió por perdida y gritando de la emoción por si algún artículo de natación aparecía; en eso ocupó toda su tarde de aquel caluroso domingo.

De pronto, algo llamó el interés de Kiyomi, arrastrándose en cuatro patas hasta alcanzarlo. Un traje baño azul marino. Muy pequeño, perfecto para una niña de siete adorables años. Nadie estaba ahí para verlo, pero sus ojos azules centellearon conmocionados.

— No puedo creer que todavía tenga esta cosa. —pasó sus manos por la tela del traje, sin sorprenderse de lo gastado que estaba— Definitivamente, soy difícil para deshacerme de cosas.

Sin poder evitarlo, los recuerdos de aquel día provocaron un desastre en la mente de Kiyomi. Una sonrisa nostálgica brotó de sus labios.

[🍒]

Kiyomi se encontraba de la mano de Narumi —su madre— caminando hacia el recinto acuático. Como siempre, sus manitas temblaban de los nervios, simplemente por el hecho de tener que conocer gente nueva. Kiyomi era demasiado tímida para entablar una conversación por sí sola. Se aferraba tanto a la mano de Narumi, que ésta, al notarlo, no hizo nada más que sonreír.

— ¿Estás nerviosa, pequeña?

Kiyo se limitó a asentir con la cabeza. Supo que si hablaba, su voz sonaría extraña y quebradiza.

— No debes porque estarlo, Kiyomi. —acarició parte de los cabellos celestes de la melena de su hija con su mano libre— Todo estará bien.

look at me ✦ nanase harukaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora