Treinta y dos

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A las cuatro de la tarde me encuentro en la mansión del francesito. No le veo por ningún lado, solo veo miles de personas en el mismo traje que yo, corriendo por doquier. Me indican que debo ayudar a organizar la cocina así que es lo que hago. Ni siquiera veo a Prue, hay alguien más a cargo de nosotros.

Muerdo mi mejilla y miro a la chica a mi lado quien parece estar muy ocupada, organizando alguna comida extraña. Esto no parece un funeral, pero tampoco una boda. Porque por supuesto que ha pasado por mi mente. En verdad no entiendo que sucede.

—Hey, ¿sabes de qué es el evento?—cuestiono y la chica me examina de pies a cabeza.

—Son gente rica, hacen eventos hasta por el cumpleaños de su perro. —cuestiona de mal humor y solo ruedo los ojos ante aquello. Pero luego veo a la pelirroja que trabaja en la casa y me acerco de inmediato.

Esta intenta huir de mi dándose la vuelta al verme, pero tomo su brazo deteniéndola.

—No te voy a golpear, por lo menos no hoy. —digo burlona y ella me mira exasperada.

—No te puedo hablar, no te conozco, nunca te he visto y si alguien ve lo contrario, estaré en grandes problemas.

—No entiendo. —contesto confundida y ella se acerca a mi para susurrar.

—El señor Delavoure me ha prohibido hablar acerca de que has estado aquí. La señorita Prue podría aparecer en algún momento y de verdad quiero ese carro.

—¿Te ha prometido un carro? —hablo incrédula.

—Si, vale, vuelve a lo que sea que haces. —y seguido se marcha. Resoplo frustrada y me concentro en el trabajo.

Alrededor de las cinco y media, los invitados comienzan a llegar y yo comienzo a servir. A las seis toda la casa está llena de gente vestida elegantemente. No veo a nadie conocido alrededor, la verdad, no puedo ver a nadie. Ni siquiera sé si el francesito esta aquí.

—Muévete.—dice alguien a mis espaldas y me encuentro con un chico, sosteniendo una bandeja. Me he quedado en el umbral de la puerta. Solo hago lo que me indica y de pronto la música se detiene y observo a las personas dirigirse hacia El Centro de la sala, formando un círculo.

—Toma las copas, rápido. —dice una chica pasando por mi lado. Suspiro y de nuevo hago lo que me indican.

Con copas de champán en mi mano y completamente confundida, camino hacia dónde están las personas y me poso al lado de los demás mesoneros. Entonces visualizo a Lucy junto a Bernard. Mi ceño se frunce y cuando Lucy me ve parece que hubiese visto un fantasma.

Sus labios se aprietan y cuando pienso en decir algo, el sonido de algo chocando contra el vaso, llama mi atención. Y entonces le veo, el francesito en el medio de todos, sosteniendo a Prue por la cintura.

—Gracias a todos por venir. —habla esbozando una sonrisa y las personas aplauden. —Claramente hay otro motivo además de bebidas y comida gratis. —y ellos ríen pero yo no lo hago.

—Que guapo ese hombre. —dice la chica a mi lado. No contesto, mi respiración se ha comenzado a agitar debido a que no quiero aceptar la idea de lo que es esto.

—La razón por la cual los hemos invitado acá es para anunciarles que nos vamos a casar. —dice y es entonces cuando mis manos comienzan a temblar, y la bandeja se cae antes de que las personas puedan aplaudir, provocando que todos me miren. Incluyendo el. Parece sorprendido de verme allí.

Trago saliva y tomando la bandeja del suelo me dirijo al cuarto de limpieza. Me encierro allí y las lágrimas comienzan a recorrer mis mejillas, no puedo creer que haya sido tan estúpida de creer que el en realidad terminaría este compromiso. Que el me ama.

Desheredada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora