Veintinueve

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Al despertarme, los recuerdos de anoche vienen a mi mente. Murray y Christian me han inyectado cuando les he gritado que me encontraba bien, ¿que les sucede? Solo he tenido una alucinación, podrían haberme dado mis antipsicóticos y luego enviarme a dormir.

Molesta, me levanto sabiendo que están en la sala. Pero me irrito aún más cuando también encuentro a Sebástian allí, hablando con ellos, ¡les he dicho que no le cuenten!

—¿No he sido invitada a la reunión? —hablo y las tres miradas de los hombres, se posan en mi. —¿Que? ¿No aceptan a dementes en su grupo?

—Stella. —habla Sebástian pero le ignoro y me dirijo a la cocina, tengo la boca reseca. Me sirvo agua y seguido me quedo allí, para evitarles. —Hey.

No logro descifrar si su expresión es de molestia por habérselo ocultado, o de preocupación.

—¿Qué? Debo suponer que ahora tampoco iré a la cena de tu amigo. No puedo presentarme allí y de pronto que comience a gritar, sería una verguen...

—Para. —me interrumpe molesto, su mandíbula se ha tensado. —Vale, aunque este demasiado cabreado por qué no hayas permitido que Murray y a Christian me contaran acerca de los incidentes mientras estaba en Dubái, lo voy a respetar. Pero anoche, has estado mal, Stella, y debieron sedarte, porque no había otra forma de calmarte.

—¡Les he gritado que no estoy loca! ¡Estaba consciente! ¡Pude haberme tomado mis pastillas e ir a dormir!

—¡Eso es lo que crees, maldición! ¡Has intentado clavarle el lapicero a Christian! ¡Un jodido lapicero!

—Eso no es cierto. —ahora es mi mandíbula la cual se tensa.

—Pensabas que Murray intentaba matarte y luego es cuando has empezado a gritar que no estás loca. Stella, no sé cómo ha sido tu punto de vista, pero definitivamente no es el verdadero.

—Touché, guapito. —contesto irónica, debido a que el no cree en mi. Salgo de la cocina y Sebástian me toma de la mano.

—No quise decir eso.

—Sal de mi casa, si lo recuerdo bien, me la has vendido por un puto euro.

—Debo irme a Dubái por unos días, le he dicho a Bernard que cenemos otra noche debido a tu salud.

—¡Bien francesito, estás ganando tantos jodidos puntos! ¡Cuéntale a todo el mundo que estoy loca!

—¡No le he dicho nada acerca de esto!

—¡Salgan todos de mi casa, joder! —grito, me encuentro demasiado cabreada, ¿he llegado al punto de no saber la realidad?

Sebástian no habla, toma su saco y sus llaves y sale de allí. Pero por desgracia Murray y Christian no lo hacen, tienen órdenes.

Así que no hago nada más que encerrarme en la habitación, y estallar en un llanto. No aguanto esto más.

•••

Los días que paso dentro de la casa parecen eternos. Sé que he tenido un ataque pero me he sentido bien estos días, y además de tener ansiedad por un cigarrillo, no he tenido ningún síntoma. Vuelvo a la guardería en donde, me tranquilizo.

Murray no ha estado de acuerdo pero me importa un comino su opinión, quiero trabajar.

Acerca de Sebástian, me ha enviado mensajes pero no le he respondido, sigo molesta ya que no me ha creído. Y luego está Lucy, con la cual si he mantenido el contacto.

Al final del día, termino completamente agotada, los niños se han comportado de manera terrible las últimas dos horas, tanto que me he dado por vencida y deje que Maria se encargara.

Desheredada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora