Treinta y uno

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Sebástian

—No lo digas Elizabeth Artis. —digo antes de que mi madre pueda hablar. Detesto sus miradas. —Mamá.—me quejo y ella solo sonríe encogiéndose de hombros.

—No sabía que alguien como ella era tu estilo, pero si te gusta todo está bien. Es linda, ¿por qué han peleado?

—Stella no es la clase de chica la cual cuidara su apariencia. —suspiro. —Hemos estado peleando todos estos días, y ahora parece estar más que cabreada, así que ha dicho que esto ha terminado.

—Por eso se ha querido ir. —asiente. —Bien, no quiero verla lastimada, parecen que sus sentimientos hacia ti, son demasiado puros.

—¿Y has entendido todo eso con cinco minutos de hablarle? —arqueo las cejas.

—Vi cómo te miraba, buscando ayuda por mi. Ella esperaba que tú hicieras algo, y por más molesta que este, puedo notar cuánto le importas a esa chica.

—Y a mi también me importa.

—Para que haya terminado esto, debiste hacer algo malo.

—Bernard y Lucy están juntos...

—Lo sé. —me interrumpe y mis ojos se abren grande por la sorpresa. —Lo supe desde un principio, y me ha alegrado, pero seguramente a ti te ha molestado.

—¿Estabas de acuerdo con esto? —le miro incrédulo y ella solo afirma. Elizabeth Artis lo sabe todo.

—Lucy me lo comentó cuando empezó a suceder, y luego me pregunto que si lo que hacía era correcto. Por supuesto le dije que si, conozco a Bernard desde que es un niño lo que significa que también es un hijo para mi.

—Soy el último en enterarme de las cosas. —río con ironía.

—Es por tu carácter, cielo. —ella responde tranquila. —Siguiendo con el tema de Stella, te molestaste con ellos y te descargaste en ella, ¿cierto?

—¿Lucy también te ha contado aquello?

—No, lo supongo. Vamos, eres un Delavoure y sobre todo mi hijo, te conozco mejor que nadie. —ella sonríe con superficialidad. —¿Le has pedido perdón?

—Si, pero han...—soy interrumpido por los tacones resonando en la sala. Me encuentro con Prue sonriendo, y esta se acerca a mi para besar mis labios, antes de posar su mirada en mamá.

—Hola Elizabeth, pensé que llegarías mañana. —la saluda y veo cómo mamá, nos mira extrañada. Hay algo que no sabe aún.

—Si, a Sebástian le ha tomado por sorpresa.

—Bueno, no le he comentado del todo, pero me alegra que estés aquí. —ella asiente. —Se supone que llegaría más tarde pero por suerte no ha sido así, me tomaré una ducha y me alistare para ir a cenar, ¿vale? —me mira y solo afirmo. Ella me sonríe y seguido se aleja.

De nuevo la mirada de Elizabeth, joder. Esta mirada es de molestia.

—¿Ahora finges frente a mi?—cuestiona incrédula. Suspiro posando mis dedos en el puente de mi nariz. —No lo creo, Sebástian.

—Estamos bien, es extraño. —hago una mueca.

—Oh por dios hijo, si no saldrás de este compromiso por favor habla con la otra chica o juro que te las verás conmigo si ella sale lastimada. —se levanta molesta para ir subir. Ella se preocupa por todo el mundo.

Me dirijo a la cocina en donde encuentro a Kelsey, lavando algunos platos. Me acerco a ella y me paro a su lado, viendo lo nerviosa que se pone y casi deja partir un plato.

Desheredada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora