-¿Y cómo está tu hermana? –preguntó Dylan parándose y buscando sus bóxers por el suelo-. ¿A dónde tiraste mis calzoncillos?
-Siendo una molesta como siempre y están enganchados en una de las paletas del ventilador –contesté a sus dos preguntas mirándolo perezosamente hacer un buen salto para recuperar su ropa interior-. Veo que no has dejado el karate –comenté a lo que sonrió.
-El que sea ahora solamente entrenador no es excusa para que deje de practicarlo –contestó y asentí-. ¿No vas a vestirte? –preguntó enarcando una ceja.
-¿Echándome tan pronto? –contraataqué con típico sonrisa socarrona-. ¿Dónde que quedó nuestro amor Dyl?
El rubio solo rió negando con la cabeza y se puso un par de jeans desgastados dejando su torso desnudo. Cabe aclarar que para tener casi treinta y cinco años Dylan contaba con unos músculos de muerte.
-Por la forma en que me miras quieres un segundo round –comentó volviendo a acercarse a mí.
-Ganas no me faltan pero tengo que cenar en la casa de la mujer de tus sueños –rodé los ojos juntando mi ropa interior del suelo y poniéndomela con pereza-. Solo pensaba que para ser un viejo estás bastante bueno –me encogí de hombros-. ¿Me ayudas con el sujetador?
El rubio se aceró por detrás y abrochó el sostén con una facilidad increíble recorriendo luego uno de sus dedos por el tatuaje que tenía en la espalda.
-Nunca me dijiste que significaba.
-Nunca preguntaste –me limité a responder para luego deslizarme en los jeans que comenzaban a quedarme demasiado ajustados.
Mierda tenía que ir al gym de nuevo o dejar de comer tanto chocolate.
Me enlistaría la próxima semana
-¿Dónde dejé mi blusa? –pregunté en voz alta buscándola con la mirada por todo el cuarto.
-Te la arranqué en la sala de estar.
-Oh tienes razón.
-Iré por ella –se fue rápidamente y lo seguí colocándome los tacones bajos tratando de no caerme en el intento.
-Aquí está –declaró el rubio con mi blusa salmón en la mano.
-Gracias mi caballero de brillante armadura –contesté dándole la vuelta para ponérmela pero en eso se escucharon unos golpes en la puerta.
-¡Dylan abre la puerta tengo que hablar contigo!
-Mierda –gruñó por lo bajo-. Tienes que esconderte –me informó a lo que le enarqué una ceja.
-Sabes lo que pienso sobre la infidelidad –me plante y rodó los ojos.
-Corté con ella hace más de un mes, pero es una loca psicópata y no deja de molestarme –contó y reí.
-¿Es la pelirroja psicópata?
-¡¿DYLAN CON QUIÉN ESTÁS HABLANDO?!
-Esa misma.
-Estaré en el estante vacío de la alacena si me necesitas –contesté para correr a la cocina entre risas.
Cuando llegué abrí la pequeña alacena que estaba debajo de la barra gruñí al ver que estaba lleno de elementos de limpieza.
-Estúpido Dylan –murmuré al escuchar la puerta del departamento abrirse-. ¿Ahora dónde me meto? Piensa Tamara piensa.
-¿Esa zorra con la que te acuestas está aquí verdad? –escuché una chillona voz seguida de unos tacones moviéndose por el recibidor.
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Bitch
Teen FictionSiempre fui una mujer libre que no quería compromisos. Nadie que viera dentro de mí, ni que pudiera descifrar lo que oscurecía mi corazón. Alguien que llenaba el vacío con hombres de una noche. Una mujer que no creía en el amor. Una perra. Era i...