Capítulo 7

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- ¿Se puede saber que haces?
- No, Ariel, qué haces tú.

No entendía nada, cómo pudo hacer eso. Qué yo sepa no estoy con él, ni somos nada.

- Lo único que hago es hacer lo que me apetece. Ese chico me gusta.
- ¿Estás segura?
- Eh....
- ¿Más que yo?

Y mientras pronunciaba esa frase se acerco a mis labios, me miró a los ojos y me besó. Pero justo en ese momento apareció Marcos.

- Ariel, ¿estás bien? ¿Quien es este tipo?
- Si no te importa Ariel y yo nos vamos.
- Lo siento, Marcos, mañana hablamos.

El chico sin nombre y yo, nos fuimos de allí.

- ¿Me puedes decir de una vez tu nombre?
- Por supuesto. Andrea
- ¿Andrea? No te pega nada.
- ¿Crees que tus labios pegarían mas conmigo si los vuelvo a besar?

Me volvió a besar, esta vez con más intensidad.

- Este juego que haces no te servirá para no explicarme qué estás haciendo. Cómo has aparecido de esa manera.
- Señorita Ariel, es hora de que te des cuenta de que tú eres mía.

¿Qué soy suya? ¿Cómo puede decir eso? Qué le pasa por la cabeza a este chico. Pero estaba tan embobada en sus labios que no era capaz de decir nada.

- Vamos, te llevaré a mi casa, puedo prepárate algo de cenar.

Me cogió de la mano y me llevó hacia su coche. Mientras conducía yo estaba sentada totalmente callada, jugando con mi pelo.
Cuando aparcó, salió del coche y abrió mi puerta, yo simplemente pude decir gracias mientras me tendía su mano.

- Bueno, Ariel, bienvenida a mi apartamento.
- Guau, es muy bonito.

Era un pequeño apartamento, con muebles en color blanco y suelo de madera. A simple vista solo podía ver el salón y la cocina.

- ¿Quieres tomar algo?
- Solo un poco de agua.

- Aquí tienes, señorita.
- Gracias...

No dejó que terminara el vaso de agua cuando me cogió por la cintura y me acercó a él.

Diario de una sumisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora