- ¿Se puede saber que haces?
- No, Ariel, qué haces tú.No entendía nada, cómo pudo hacer eso. Qué yo sepa no estoy con él, ni somos nada.
- Lo único que hago es hacer lo que me apetece. Ese chico me gusta.
- ¿Estás segura?
- Eh....
- ¿Más que yo?Y mientras pronunciaba esa frase se acerco a mis labios, me miró a los ojos y me besó. Pero justo en ese momento apareció Marcos.
- Ariel, ¿estás bien? ¿Quien es este tipo?
- Si no te importa Ariel y yo nos vamos.
- Lo siento, Marcos, mañana hablamos.El chico sin nombre y yo, nos fuimos de allí.
- ¿Me puedes decir de una vez tu nombre?
- Por supuesto. Andrea
- ¿Andrea? No te pega nada.
- ¿Crees que tus labios pegarían mas conmigo si los vuelvo a besar?Me volvió a besar, esta vez con más intensidad.
- Este juego que haces no te servirá para no explicarme qué estás haciendo. Cómo has aparecido de esa manera.
- Señorita Ariel, es hora de que te des cuenta de que tú eres mía.¿Qué soy suya? ¿Cómo puede decir eso? Qué le pasa por la cabeza a este chico. Pero estaba tan embobada en sus labios que no era capaz de decir nada.
- Vamos, te llevaré a mi casa, puedo prepárate algo de cenar.
Me cogió de la mano y me llevó hacia su coche. Mientras conducía yo estaba sentada totalmente callada, jugando con mi pelo.
Cuando aparcó, salió del coche y abrió mi puerta, yo simplemente pude decir gracias mientras me tendía su mano.- Bueno, Ariel, bienvenida a mi apartamento.
- Guau, es muy bonito.Era un pequeño apartamento, con muebles en color blanco y suelo de madera. A simple vista solo podía ver el salón y la cocina.
- ¿Quieres tomar algo?
- Solo un poco de agua.- Aquí tienes, señorita.
- Gracias...No dejó que terminara el vaso de agua cuando me cogió por la cintura y me acercó a él.
ESTÁS LEYENDO
Diario de una sumisa
RandomY es verdad lo que dicen de "cuantas más cosas te prohiben más tentaciones hacía ello".