Pasado un tiempo de eso que llaman vida me doy cuenta de que una de mis aficiones favoritas es el hacer puzzles. Me encanta comenzar colocando las piezas encima de la mesa y seleccionarlas según creo que irán situadas, encajándolas a continuación, equivocándome a cada momento, y volviendo a situarlas en su forma correcta. Todo vale en este juego, solo hay una regla innegociable. Nunca hay que forzar las piezas para que encajen, todo lleva su tiempo. Cuando crees terminada tu obra por estar todo en su sitio compruebas que todo tiene un sentido......o no. Aquella fuerza que te mueve a participar del juego parece que quiere seguir y no le es suficiente con lo realizado. Ahí se que tengo dos opciones, una deshacer lo hecho y volver a construirlo para tener un mismo final o conseguir un nuevo puzzle para iniciar otra pequeña aventura, hacia paisajes o formas desconocidos.
Otra de mis aficiones es contar historias. A cada paso que doy surgen momentos, situaciones e ideas que anidan en mi mente y que con el tiempo mezclo y coloreo a mi gusto. Cuando hablo con la gente me suele preguntar que hay de real en cada palabra que escribo. ¿Qué parte de mi dejo en cada frase que unida a otras crean una historia?. A su pregunta siempre les respondo con otra. ¿Que hay de real en aquello que vivimos?. ¿ Que hay de real en aquello que contamos?
Os voy a dejar jugar con un puzzle. Os voy a dejar las piezas y mientras las colocais si os parece os voy contando una historia. Yo ya las ordene en su día, vosotros hacerlo a vuestra manera. Aun así os aconsejo que penséis que aunque el puzzle es mío a vosotros puede serviros para componer algo vuestro.
Tal vez colocando las piezas contéis con la suerte de situar aquellas que tenéis dentro de vosotros y que precisaban ser encajadas.
Suerte. El secreto es.....colocarlas sin forzar....
