Por séptima vez en el día, el profesor Mathers me llama.
—¿Alice? Parece como que sabes la respuesta.
Todos los ojos del aula 204 de Historia Europea caen en mí, expectantes y aburridos, esperando a que les dé una respuesta brillante como siempre hago, porque soy Alice Wells y la única cosa en el mundo en que soy buena es respondiéndoles a los profesores. Soy mala en la mayoría de las otras cosas que se supone que los estudiantes son buenos, como en vestirme de rosa, emborracharme y salir con chicos. Pero en el aula, no soy nada menos que perfecta. Y modesta.
Aclaro mi garganta y ajusto mi suéter.
—Kublai Kan, profesor. Sus rutas comerciales establecieron la posibilidad del contacto directo entre Europa y el Lejano Oriente por primera vez en la historia.
Mathers me sonríe, ajustando sus diminutas lentes en su redondo rostro, siempre aceitoso.
—Muy bien, Alice. Vamos a sacarte un doctorado a este ritmo. Ahora, si van a la página 54 del texto...
Mi amiga Charlotte, con sus rizos castaños que caen en cascadas sobre su blusa blanca de moda, me da un codazo mientras me siento.
—Él se excita contigo.
—Eso es de muy mal gusto y también inapropiado —bromeo.
—Ustedes dos harán una pareja encantadora. —Sonrió—. Apuesto a que él es tu tipo.
—¿Y cuál, dime por favor, es mi tipo? —Suspiro.
—Los estudiosos, vírgenes obsesionados con las notas.
No me molesto en argumentar el último pedazo. Fui la última virgen en la graduación de la escuela, junto con el chico con granos adicto a World of Warcraft y ciertamente la última virgen aquí, en la Universidad Mountford, la escuela número uno en fiestas en el sur de Washington.
—No estoy obsesionada con las notas. —Inhalo.
Charlotte mira fijamente mi portátil, donde hay una hoja de cálculo de Excel abierta, detallando mi horario para la semana. Apunta con su dedo un cuadro, miércoles por la mañana: Estudiar. Apunta otro: Viernes por la noche: Estudiar. Sábado por la tarde: Estudiar. Mueve su dedo sobre toda la pantalla, indicando la gran mayoría de los cuadros que están repletos con las cosas para estudiar. Le doy una patada por debajo de la mesa y amortigua su risa con la manga. Su teléfono suena por millonésima vez esta mañana con un mensaje. Lo saca y escribe rápidamente.
—Psst —me silba. La ignoro y me concentro en las diapositivas de Mathers con interés—. Oh, vamos, no puedes estar molesta realmente. ¡Solo estoy diciendo la verdad! No hay nada de malo en ser una nerd. Todavía te quiero.
Pongo los ojos en blanco, pero es verdad. Ha sido mi amiga desde sexto grado.
Nos hemos visto en nuestros peores momentos.
—Tú eres la única que lo hace.
La sonrisa de Charlotte se ensancha mientras se inclina.
—Vamos a arreglar eso.
—¿Cómo? En caso de que lo hayas olvidado, todos los chicos me odian.
—Ugh, Alice, por última vez, los chicos no te odian, tú solo eres... —Me mira por encima, a mi suéter y falda a cuadros. Ajusto mis delgadas gafas y tiro mi coleta castaña clara sobre mis hombros.
—Una perra —ofrezco.
—... un poco impaciente —corrige Charlotte.
—Bueno, discúlpame por ser impaciente, pero prefiero no perder mi tiempo con idiotas que sólo pueden decir las palabras "tetas" y "yolo"
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La Educación de Alice Wells
Teen FictionEn la Universidad Mountford, Ranik Mason es el rey de los chicos malos. Tiene a cada animadora muriéndose por estar en su cama, y tiene bajo su control el circuito de alcohol de menores de edad. Es un lobo solitario que toma lo que quiere, pero nunc...