Reflexiones

Espinas de una rosa marchita

El déficit del amor, es el de extrañar el calor que nos daba esa persona, aún después de que se haya ido.

Aún sigo pensando en ella. Aún me pregunto, ¿habría cambiado algo, si luchaba, una vez más, para que no se vaya? Jamás lo sabré. Jamás voy a volver a rozar esa piel, besar esos labios, jamás voy a volver a escuchar palabras que enternezca mi corazón, provenientes de esa boca, aunque realmente, eran escasas.
Aún la quiero, quizás por haber pasado tanto tiempo en mi vida, como no lo hizo ninguna otra. Quizás porque fue la única persona a la que le entregué todo de mi. Quizás porque siempre volvemos a lo que nos lastima. Porque la ilusión es tan grande que un ser humano siempre va a volver a tocar la misma puerta sabiendo que jamás la abrieron.
Es terrible, quizás ella se llevó mis sentimientos o se robó mi amor. Me siento seco, como si no pudiera ofrecer nada a nadie, que esté interesado en mi. Sufro de insomnio, la verdad, recordando cuando dormía y el tiempo parecía detenerse, como si de pronto, todo estuviera bien, como si fuera un rayo de luz en esta habitación tan oscura, a la que le llamamos mundo. Eras fría, pero era tan cálido estar a tu lado.

Quizás aún la espero, pero no para amarla, si no, para despedirme, porque nuestro fin fue como si arrancaran las últimas piezas de un libro con 397 páginas.

Es irónico, juré no enamorarme y se que una vez lo juró ella también, sin embargo nos conocimos, nos gustamos, nos amamos y nos rompimos en más de mil pedazos.
Hoy no estoy para amar a nadie, ni siquiera a ella, porque aún estoy tratando de arreglar este desastre, el cual estoy hecho desde aquel día, ¿Cuanto pasó? ¿1 mes y medio? ¿2 meses? Perdí la noción del tiempo, cuando perdí el mundo en el que habitaba, cuando quedé flotando en la nada y llorando cual niño desolado.
La relación en si, era droga, la más peligrosa, aquella que te destruía y consumía desde dentro, pero era adictiva y pensábamos que nos hacía bien, pero era tan nociva como el veneno de una viuda negra.
Ella fué todo y ese fué mi error, convertir algo con fecha de caducidad, en algo tan importante, en una prioridad, en una razón para vivir.
Hay veces en las que me pregunto si hice algo mal, si amar de la forma más pura posible, era un delito tan grave, pero ¿qué más podía hacer? Estaba enamorado.

No tengo un consejo claro para cerrar este texto, porque la verdad, jamás supe como terminaba la historia.
Amen, es lo más hermoso que hay sin duda, pero denle todo a la personas correctas, a quienes también estén dispuestos a dejar todo por nosotros.