Capítulo 5

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—¿Becka es mi hija? —preguntó Otabek y los ojos de Yuri se abrieron tanto que parecían un par de platos redondos.

No había manera de que lo supiera, él no podía hacer conjeturado tal cosa. Mataría a Camil en cuanto la tuviera de nuevo en frente. La chiquilla había desparecido en cuando sus amigos llegaron a su habitación. Justo ahora creía conocer la razón de dicha desaparición.

—¿Hablaste con Camil? —preguntó el rubio y el moreno negó con la cabeza.

—Solo la escuché decirlo —confesó un tanto apenado, no era fácil aceptar que se había interesado en una conversación ajena. Pero no podía evitarlo, la conversación implicaba su nombre, además la había escuchado de pura casualidad. Aunque puede que fuera el destino.

—Maldita mocosa boca suelta —refunfuñó el rubio y Otabek le miró con curiosidad. ¿Quién en su sano juicio llamaba de esa manera a su esposa?—. Hablemos —pidió de nuevo buscando sentarse al lado del de ojos oscuros.

—Yuri —comenzó Otabek—. No entiendo mucho —dijo. Estaba bien, era imposible que lo entendiera. A Yuri le había explicado un experto y aún se preguntaba montón de cosas—. Te juro que no sé cómo es que terminó embarazada de mi hija, no recuerdo haber tenido relaciones con ella, pero lo lamento mucho. Yuri, lamento haberte sido infiel aun cuando te amo tanto, y perdón por hacer que te hicieras cargo de esto.

La cabeza del ojiverde era una confusión. Pero seguro no era tan grande como la confusión en la cabeza de Otabek.

—Tú no te acostaste con esa cría —aseguró Yuri con tanta calma como podía, estaba tan nervioso que las palabras y expresiones le provocaban reír histéricamente.

—Entonces, ¿con quién me acosté? —preguntó alarmado Otabek. No solo le había sido infiel al que adoraba, sino que ni siquiera se enteró de con quien fue. La expresión de Otabek era demasiada preocupación como para no divertirse con ella, por eso Yuri bufó una risa que no pasó desapercibida—. Yura —gruñó Otabek con los ojos entrecerrados.

¿Sería que todo era una broma? Habría sido algo cruel de ser así. Esa pequeñita ya era su hija en su corazón.

—Beka siéntate, voy a decirte con quién te acostaste justo después de explicar un montón de incomprensibles cosas —informó Yuri intentando respirar profundo, necesitaba las palabras correctas para que no quedaran muchas dudas en la confundida cabeza de ese que amaba, porque probablemente no sabría responderlas. Por su parte, Otabek también suspiró, al parecer él si se había acostado con alguien, y eso era bastante malo.

Yuri explicó todo lo que sabía de su condición, lo que le había dicho el médico, sin mencionar que estuvo embarazado, y también lo que recientemente le había explicado Yuuri. El japonés tenía mucho más clara dicha condición, de hecho acordó con él que, de haber muchas preguntas, él sería quien explicara todo.

»Con quien te acostaste fue conmigo, Beka —dijo Yuri justo después de una explicación que tenía con los ojos cuadrados al kazajo—. Yo soy uno de esos raros hombres que pueden embarazarse —informó y terminó sonriendo, sin poder contener el par de lágrimas que se escapaban de sus ojos.

—¿Estás diciendo que Becka es nuestra hija, tuya y mía? —preguntó a tropezones Otabek. Era bastante increíble lo que acababa de escuchar, necesitaba cerciorarse de cada cosa que no encajaba, y esas eran muchas cosas. Pero cuando Yuri asintió no le importaron las posibles incongruencias, solo quería saber la razón del silencio del rubio—. ¿Por qué no me dijiste nada?, ¿por qué no contestaste mis malditas llamadas? Yuri, tengo una hija del chico que amo y él me lo ocultó.

—Estaba aterrado —confesó Yuri mirando al suelo mientras sus dedos se entrelazaban y apretujaban entre sí—. Creía que no lo entenderías. Ni siquiera yo lo entendía del todo. Pensé que no me creerías, yo no lo creía, no lo quería creer. ¿Sabes cuántas veces desperté asustado, creyendo que era un sueño?, fueron muchas Otabek, casi todas las del embarazo, y luego lloraba inconsolablemente al descubrir mi abultado vientre y constatar que era verdad... que estaba embarazado... que era un maldito fenómeno... no quería que te enteraras de que yo era esto, un incordio de la naturaleza... no quería desagradarte por ser anormal... Beka, te amaba, no soportaba la idea de que me odiases... no podía con ello.

Otabek miró a Yuri, él estaba destrozado. Todo lo que él había pasado sonaba ciertamente atemorizante, sobre todo si ponía de relieve el hecho de que él ni siquiera era un adulto. Era un adolescente que, enamorado, se entregó a él sin sospechar que podía haber consecuencias.

Y justo esas consecuencias le molestaban al mayor. Él se había perdido de apoyar al que amaba, de ver crecer a su bebé en la pancita del que adoraba. Nunca hubiera podido odiarlo, jamás le consideraría un monstruo, ¿por qué Yuri lo creería así?, ¿acaso no creía en su amor? Aunque también estaba el hecho de que no le había declarado su amor. En aquel entonces pensó en enamorarlo hasta que el rubio no pudiera vivir sin él, y luego hablarían de sus sentimientos. Pero Yuri no le dio oportunidad, él solo desapareció un día, quitándole lo mejor de su vida, su familia.

—Esto es una mierda —bufó Otabek y Yuri perdió los estribos. Que Otabek hablaba de lo que había en su cabeza, no era lo que el rubio había entendido. Por eso se molestó el ruso, porque incluso después de que él había desarmado esa coraza que siempre le protegía, Otabek había terminado describiendo su situación como "una mierda".

—Eso es lo que siempre pensé —dijo Yuri—. Lamento haberte involucrado en esto.

Salió sin importarle el fiasco que era justo en ese momento. Se había imaginado que Otabek no lo entendería, y ahora estaba seguro de que él no le creía y, aunque él lo entendía, aunque lo había imaginado de esta manera, no se había imaginado que esto lo destruiría de tan dolorosa manera.

—¡Yura, espera! —gritó Otabek intentando alcanzar a Yuri, pero el ruso era rápido, estaba movido por su necesidad de alejarse de quien lo destruía, y el instinto de supervivencia suele ser impresionante.


Continúa...

EL SECRETO DE YURI PLISETSKY -Primera parte-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora