Niñera primeriza.

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Elinor.

Todavía quedaba una semana para que Vitto entrara a clases y no tenía idea de como pasar tiempo con él.
Se iba a aburrir en la disquera y yo no puedo tomarme días libres (ni siquiera por ser la dueña), apenas si sé cocinar y limpiar nuestro pequeño hogar.

Me levanté a preparar el desayuno, bañarme y vestirme, no quería que Vitto se sintiera incomodo.

-Buenos días, Elinor.
-Buenos días pequeño. ¿Ya te lavaste los dientes?
-Ya, huele muy bien, ¿Qué hiciste de desayunar?
-Omelette, ¿De qué sabor quieres tu malteada?
-De chocolate por favor.
-Dime Vitto, ¿Quieres conocer mi lugar de trabajo?
-Claro. ¿Cuándo termines de trabajar podemos ir al parque?
-Haremos lo que podamos, ¿Sí? Cuando termines de desayunar, te vas a bañar, dime, ¿Te bañas solo o te ayudan?

Vitto.

Mi mamá me ayuda a bañarme pero quiero ser más independiente frente a Elinor. No quiero que me vea desnudo.

-Yo me sé bañar solo. Ya terminé de comer, ¿Dónde dejo mi plato?
-Dejalo en el fregadero y ve a bañarte.

Fui a hacer lo que Elinor me ordenó, abrí la llave de la regadera y me cayeron de golpe las gotas heladas de agua.

-¡Ay! -solté un grito al sentir el agua.

Elinor.

No sé porque pero siento que Vitto me ha mentido, escuché un pequeño grito, fui a la puerta del baño y pregunté.

-¿Te encuentras bien?
-Sí.
-¿Seguro?
-Sí.
-¿No quieres que te ayude?
-No, gracias.

Vitto.

Me resigne a bañarme con agua fría, apenas estaba colocando una porción de shampoo en mi mano, al empezar a lavar mi cabeza, me cayó parte del shampoo en los ojos.

-¡Elinor!

Elinor.

Entré al baño en seguida y abrí la puerta corrediza.

-¡Elinor! ¡Me estoy quedando ciego!
-Tranquilo, te voy a ayudar con tus molestias. -enjuagaba la cabeza del pequeño -¿Te gusta bañarte con agua helada?
-¡No! Es que no sé regular el agua, mi mamá siempre lo hace.
-¿Por qué no me dijiste que te calentara el agua?
-Pensé que podía hacerlo solo, no quería que me vieras desnudo. -el niño seguía llorando.
-¡Ay Vitto! No es malo pedir ayuda en ocasiones. Recuerda que somos amigos y nos podemos ayudar cuando lo necesitemos. ¿Ya te sientes mejor?

El niño pudo abrir los ojos y asintió.

-Elinor, ¿Me puedes ayudar a ser más independiente?
-Claro. Si quieres empecemos con que termines enjabonado por ti mismo. Dime, ¿Tienes un apodo de cariño?
-Creo que no, ¿Y tu?
-Bueno, algunos me dicen Eli...
-Suena tan bonito como tu, ¿Puedo llamarte así?
-Gracias, eres un chico muy dulce. Cuéntame, ¿Por qué quieres ser más independiente?
-Mi papá no siempre está con nosotros, mi mamá piensa que no me doy cuenta, pero diario la escucho llorar hasta que se cansa y se queda dormida. Creo que se siente desprotegida, yo soy el único hombre que tiene cuando mi padre trabaja y debería saber cuidarla. -Vitto cerró la llave de la regadera, salió con cuidado de la tina y se puso su bata.

Vitto me dejó pensando sobre lo que sentía, hasta cierto punto, lo entendía bien, yo también me sentía sola en mi infancia, mis padres eran distantes conmigo y nunca tuve a alguien a quien recurrir para hablar. Yo sería alguien que protegería a Vitto y le ayudaría a ser más independiente.

De repente, Vitto comenzó a llorar y se cubrió la cara.

Vitto.

Extraño mucho a mamá y papá, pero más a mamá, jamás había estado lejos de ella. Diario despertaba con el aroma a vainilla de su perfume, sus besos en mi mejilla antes de ir a la escuela, cuando veíamos películas debajo de las cobijas y veíamos estrellas sobre nuestras alfombras.

-¿Qué tienes?
-Me siguen ardiendo los ojos.
-¿Estás seguro?
-No, sigo extrañando a mi mami.
-No llores mi solecito, ella volverá muy pronto y podrán estar juntos de nuevo. -Elinor me abrazó y secaba mi cabello con la toalla.

¿Solecito? Nunca me habían llamado así. Ni siquiera mi madre, en realidad, nunca me habían llamado de otra forma que no fuera mi nombre.

-¿Por qué solecito?
-Por tu cabello, es rubio y tienes pequeños rizos. ¿Acaso prefieres que te llame ricitos de oro? -comenzó a hacerme cosquillas y me llevó cargando a la cama -Oye, pesas mucho, mejor te diré costalito. -seguía provocándome cosquillas y fuertes carcajadas.
-No, mejor dime solecito. Elinor, ¿Qué color prefieres? ¿Azul o naranja?
-Naranja, si quieres nos vestimos del mismo color, ¿De acuerdo?
-¡Sí!

Elinor fue a cambiarse rápidamente, cuando salió del baño, traía una blusa naranja de tirantes con una falda de olanes a la altura de las rodillas y torera del mismo color con una flor naranja del lado derecho. Sin olvidar el sombrero que llevaba que era un naranja que lucía muy alegre con la luz del sol.

-Vámonos solecito, tenemos que ir a trabajar. Ven, toma mi mano. No quiero que me sueltes.

Yo no quería soltarla, sus manos son muy suaves y comenzaba a quererla por sus cuidados.

Elinor.

Para ser mi primera vez como niñera, no lo hice tan mal, Vitto es un pequeño solecito que vino a iluminar mis días temporalmente, pero voy a disfrutar los momentos que viviremos.

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