Capítulo IV

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En el castillo, los chicos se disponían a preparar la masa para el pan del siguiente día, y mientras se ocupaban en eso, Lucky notó que la chica estaba muy callada, lo cual era inusual en ella…

  —Estás muy callada: ¿Ocurre algo? —Dijo el chico, obteniendo la atención de la chica—. —Tal vez deberíamos ir a buscarlo —dijo ella con notoria preocupación—. —No veo por qué debamos hacer eso —respondió Lucky—. —Pues, ya es el quinto día y aún no vuelve. Nunca había tardado tanto; podría estar en peligro —insistía la chica—. —Y aunque así fuera, ¿Qué podríamos hacer nosotros? —Dijo Lucky, y al ver la cara de preocupación de la chica, siguió diciendo—. Oye, no te preocupes, él estará bien. Recuerda que él tiene poderes sobrenaturales. Él nos ha dejado en su castillo para protegernos. Seguramente él está bien, y si salimos, solo nos estaríamos exponiendo, y él podría molestarse por eso.

Grace logró tranquilizarse al escuchar aquellas palabras, más que todo por la parte de los poderes. Pero Lucky pudo notar lo mucho que la chica se preocupaba por el mago, y no pudo evitar sentirse celoso. Entonces, ella notó el silencio repentino de Lucky, y al levantar su mirada y ver al chico a los ojos, pudo deducir los celos que él sentía. Esa chica sí que era buena leyendo la mirada de los demás…

  —Te preocupas demasiado por él —dijo Lucky con recelo, causando intriga en la chica, quien frunció el ceño confundida—. ¿Sientes algo por él? —Preguntó con mucha calma, y la chica no pudo evitar asombrarse por la pregunta—. —Lucky —empezó a decir Grace, y luego de una pausa que empezaba a preocupar al chico, siguió diciendo—. Sí siento algo por él, pero no lo que tú crees. Lo quiero como a un hermano. Y ya que mi hermano se convirtió en mi marido —dijo la chica con una sonrisa coqueta y acercándose al chico para besarlo—, no veo por qué él no pueda ser como mi hermano. Vamos, Lucky, no tienes que sentirte celoso; yo te amo, y eso no lo cambiará nada ni nadie.

Lucky se sintió más tranquilo al escuchar eso, y aunque no era tan bueno como Grace leyendo miradas, podía ver claramente en los ojos de la chica, que no mentía.

Ciertamente, Grace, sintió un poco de confusión tras aquel extraño sueño con el mago, pero en esos días en los que el mago se ausentaba, la chica pudo aclarar sus sentimientos, y terminó dándose cuenta que lo que sentía por él, solo era compasión, y esa compasión, porque sentía aprecio por él, pero como por un hermano mayor o un padre. Y Lucky le había ayudado mucho con eso sin saberlo, pues el chico la trataba de una manera muy especial cada día, y aún más durante la ausencia del mago; pues hacía cualquier cosa para hacerla reír, y la sorprendía con sus arranques de pasión…

  — ¿Sabes qué? —Dijo el chico con una sonrisa de complicidad—. Creo que esta masa puede esperar. — ¿Sí? —Dijo la chica con mirada desafiante y una sonrisa pícara—. Pues tendrás que alcanzarme primero —dijo, a la vez que se echaba a correr lejos del alcance del chico—. — ¿Qué? ¡Oye! ¡Vuelve acá! —Decía Lucky entre risas mientras corría tras ella—. ¡Espera a que te atrape y verás!

Mientras tanto, lejos de allí, en aquel río, el mago no podía creer lo que veían sus ojos, de manera que, luego de un par de segundos, los cerró con fuerza, a la vez que los frotaba con sus manos, pensando que su imaginación le estaba jugando una mala pasada. Al abrir sus ojos, se topó con lo que más se temía, pues no había nada de lo que vio segundos antes. Entonces, con mucha desilusión y suma tristeza, soltó el aire que había estado manteniendo a causa de la impresión, cuando de repente…

  — ¡Hola! —Dijo con una tierna sonrisa, a un lado de él, la más hermosa voz que podría escuchar alguien en su vida.

A pesar de eso, no pudo evitar exaltarse por la impresión, y al voltear su vista en dirección a aquella linda voz, allí estaba otra vez lo que consideraba que era, por mucho, la criatura más bella que jamás había visto, pero esta vez a tan solo un paso de él:

La Leyenda De Un Nuevo OrigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora