Capítulo 8

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Faltaba un par de horas para que amaneciera; el cielo estaba más lleno de estrellas que nunca. Sus luces destellaban irrumpiendo en la negrura de la noche como si montaran un espectáculo con una melodía que, debido a la lejanía, era imposible de escuchar. Aquella melodía que, seguramente, emite su sincronizado vaivén de luz, y que se logra escuchar en la mente cuando, en el silencio de la soledad, se contempla el cielo nocturno. Al fondo podía verse una solitaria luna menguante que empezaba a perderse lentamente en el horizonte.

Pero la luna no era la única solitaria en esa noche: sentado sobre un tronco, en medio de la casi total obscuridad de no ser por las estrellas, se encontraba un encapuchado Evílium que parecía esperar pacientemente en las afueras del bosque. Concretamente, en el lugar donde Grace y Lucky acamparon aquella noche en la que conocieron al mago. Estaba sólo y a oscuras, ya que sus ojos estaban totalmente acostumbrados a la obscuridad, por lo que prescindía de una fogata o cualquier cosa similar.

Finalmente, unos graznidos, lo sacaron de su aparente meditación. Se volvió al origen de los mismos, y el destello verde de sus ojos indicaba que los había abierto para mirar detenidamente al motivo de su espera. Se trataba de un cuervo con un siniestro brillo rojizo en sus ojos: el mismo cuervo que había estado observando al hada y el mago un par de horas antes. Al estar a unos escasos metros, Evílium extendió su mano para que la sumisa ave se posara en ella, y así lo hizo. Pero tras un momento, el cuervo desapareció en un destello de luz rojiza: mismo que se manifestó por unos instantes en los ojos de Evílium, recibiendo así la información recolectada por su siniestra creación.

Y allí estaba, de pie, sumamente pensativo por la información que ahora poseía. Luego de unos largos momentos, en los que parecía procesarlo todo, logró ahogar un gemido de furia mezclada con dolor, a la vez que apretaba con mucha fuerza sus puños: parecía que perdería el control de un momento a otro.

—Así que de eso se trataba —susurró con mucha rabia en su voz, mientras parecía querer controlar su respiración.

El viento soplaba fuerte a su alrededor, dándole un aspecto tétrico a su entorno. Finalmente parecía haberse controlado cuando empezó a sonreír de forma muy suave, aunque gradualmente fue aumentando de intensidad hasta sonreír como un verdadero desquiciado. De un momento a otro, gemidos de lamentos empezaron a mezclarse con aquella sonrisa, hasta que terminó cayendo de rodillas, apoyándose en sus brazos, mientras sus manos rasgaban el polvo, apretando sus puños con desesperación. De aquella sonrisa inicial ya no había nada. Ahora solamente se escuchaban gemidos contenidos. Su respiración era errática, y si hubiese habido una fuente de luz lo suficientemente fuerte como para iluminar el sitio, se habría podido apreciar cómo empezaban a caer gruesas gotas en el polvo, justo entre las manos de la encarnación del mal...

—No te imaginas cuánto me voy a deleitar en tu sufrimiento, Nighter —dijo con una voz distorsionada por la furia—. Y luego me encargaré de ti, maldito Faunus —volvió a decir, a la vez que parecía retomar su actitud relajada y despreocupada. Finalizó con una sonrisa que, pese a sonar muy tranquila, ocultaba intenciones aún más obscuras que la misma noche sin el mínimo indicio de luz.

Entonces se levantó y empezó a maquinar en sus pensamientos. No por nada era inmortal, y con tantos siglos de vida había aprendido muy bien a esperar pacientemente hasta encontrar el momento adecuado para actuar. Esta vez no sería la excepción, aunque haya perdido el control por un momento.

—El que esté con un hada cambia las cosas: especialmente si esa hada es Alba —murmuraba para sí—. No sería muy conveniente acercarme y atacar directamente. Necesitaré de una distracción —dijo, para luego guardar silencio por un momento, durante el cual, pensó en algo que, según él, sería perfecto—. Y ya sé cuál será esa distracción —finalizó con una sonrisa llena de maldad.

La Leyenda De Un Nuevo OrigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora