Capítulo X

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Silencio absoluto, de no ser por el crujir de los leños quemándose en el fuego y una tímida brisa que se movía con lamento entre los árboles. Una luna que parecía morir desangrada en el cielo, y de la que todos parecían haberse olvidado. Grace y Lucky, a estas alturas, ni siquiera se habían percatado de la llamada luna de sangre. Luna que, con cada segundo que pasaba, perdía lenta mente su luz, su brillo, su vida: aquella luminosidad que había extasiado tanto al mago, al punto de haberle dado las fuerzas para soportar todo el dolor que sintió por culpa de su tan larga soledad. ¡Y qué curiosas son las ironías de la vida! Pues parecía que el mago compartiría el mismo destino que su amiga, por aquel líquido carmesí que empezaba a fluir a mayor cantidad por aquella espada que sobresalía por su espalda y que se precipitaba a un pequeño charco de sangre que empezaba a formarse en el suelo...

Sangre en el cielo, y sangre en la tierra, de dos seres que habían sido el uno la compañía del otro por tantos años.

Dos seres que ahora perdían su luz...

El tiempo parecía realmente haberse detenido para el hada. Su cuerpo simplemente se negaba a responder. Su mente trataba de negar aquella terrible realidad que estaba ante sus ojos. No fue sino hasta que escuchó un leve gemido por parte del mago, que pudo final mente tomar aire con dificultad, a la vez que sus temblorosos labios susurraron un muy débil y quebradizo "No".

Ella era de una hermosa piel clara, pero, en ese momento, tanto su rostro como sus rojizos labios mostraban una sorprendente palidez.

Sus manos empezaron a temblar al ver que el mago empezaba a dar leves espasmos mientras intentaba respirar con normalidad, fallando en dicho intento.

Finalmente, fue Grace quien rompió el sepulcral silencio que se había formado. La chica lo había presenciado todo con sus ojos abiertos a más no poder y su boca levemente abierta, con la respiración cortada, y tan pálida como el hada...

— ¡Nooo! —Fue su grito desgarrador, con sus ojos y sus puños fuertemente cerrados, deseando que aquello fuera solamente un sueño... Un desgraciado, pero simple mal sueño, al fin y al cabo.

Tanto el hada como Lucky dieron un respingo por aquel grito que incluso generó eco en la lejanía, causando que algunas cuantas aves de los árboles más cercanos alzaran el vuelo para huir azoradas y despavoridas, al igual que otros animales que hicieron lo propio corriendo.

Lucky reaccionó rápidamente, envolviendo a la chica en un protector abrazo, mientras ella lloraba con sollozos que le dificultaban el respirar, aferrándose a las ropas del chico como si su vida dependiera de ello.

Sin embargo, el hada solo desvió la mirada hacia la nada, frunciendo levemente el ceño, con evidente confusión en su rostro, como si aquel grito hubiera sido algo muy lejano en su imaginación. Casi de inmediato, alzó levemente las cejas como quien recuerda algo de forma repentina, y, temerosa, volvió su mirada al mago, frunciendo nuevamente el ceño, pero esta vez en señal de una profunda preocupación, miedo, y dolor.

Era tal su conmoción, que parecía no escuchar nada: incluso parecía no ver nada más que a su amado, desangrándose cada vez más...

Grace abrió sus ojos para confirmar si lo que había visto era real, y aunque las incesantes lágrimas le nublaban la visión, no fue impedimento para que sus ojos fueran testigos de lo que empezaba a pasar en ese preciso momento:

El mago, al salir de su estupor, bajó la mirada solo para encontrarse con que sus manos sangraban, aferradas al filo de aquella espada en un inútil intento de detener la hoja color carmesí que, claramente, se perdía en su costado izquierdo. Un intenso dolor punzante le hizo saber que había sido atravesado limpiamente.

La Leyenda De Un Nuevo OrigenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora