2: Confundido

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Camrie cumplía dieciséis años hoy.

No había dormido desde las doce esperando sus tatuajes, pero todavía no aparecían y ya eran las once de la mañana. Sin embargo, estaba cien por ciento seguro que iba a recibirlos. Es decir, era un Commoni, nunca había sido arrestado y todavía seguía siendo virgen, aún cuando su mejor amigo insistía que no importaba disfrutar un poco antes de estar atado a alguien para siempre y que a él le había funcionado a la perfección. No parecía haber razón para que quien sea que ponga los tatuajes esté molesto con él. Pero, en vez de que esta información le reconforte, no hacía más que aumentar sus niveles de ansiedad mientras cada minuto pasaba sin tener sus tatuajes.

Por otro lado, su madre no estaba ni un poco preocupada, puesto que su hermano mayor, Caprie, había recibido sus tatuajes sin ningún problema. Y estaba segura que para él iba a ser lo mismo.

Él también creía saber quien iba a ser su pareja: Dabrik, su mejor amiga desde los cinco años, la hija de unos amigos de la familia y su amor platónico desde los siete. Ella era un año menor, lo que le daba la seguridad de no saber todavía con quien iba a estar y poder así soñar libremente con las posibilidades de que estén juntos juntos.

Mientras su mente viajaba por las minúsculas oportunidades de tener que salir con una chica que ni conocía, su cuerpo entero se tensó al escuchar las reconocibles pisadas del general. Rogó que se haya olvidado de su cumpleaños, ya que, su usual regalo era la oportunidad de entrenar horas extra, específicamente la misma cantidad de años que cumplía.

Sin embargo, el sabía que no había forma que su padre, un fanático de la organización, pudiese haber olvidado una fecha que le ofrecía tal cantidad de entretenimiento. Era un general, después de todo, y uno de los requisitos era ser capaz de mantener tus pertenencias y horarios en orden.

Todo ésto lo sabía porque Camrie era entrenado diariamente para seguir los pasos de su padre. Cada día veía a sus compañeros marcharse a sus casas a descansar, pero él no; él tenía que permanecer más tiempo hasta tener todo a la perfección. Y aún ahí, él y sus padres permanecían en el palacio del Coegtu, ya que el general no podía irse, así que vivían en el ala privada derecha de la edificación.

Había veces, como los días de su cumpleaños, que deseaba que au padre se preocupe por algo más que por su entrenamiento. Estaba casi seguro que, aunque sabía que Camrie cumplía dieciséis, ni siquiera se preocuparía por saber cuál era el oficio que habían sugerido para su hijo ni su nueva pareja elegida. Para él, mientras Camrie siguiese sus pasos como general, nada más tendría que importar.

— ¡Hijo! —Camrie soltó un suspiro, mientras se volteaba hacia la dirección por la que se acercaba se padre—. Buen muchacho, siempre en tu puesto. Kai, por otro lado, hoy otra vez estaba caminando por ahí. Esta vez era por la alcantarilla.

— No se preocupe, señor —asintió bruscamente—. No me moveré de acá hasta que así me lo pidan.

— Buen trabajo —le devolvió el asentimiento—. Tenemos que estar preparados por si uno de esos indigentes quiere acercarse al palacio por algo que robar. Te vendré a buscar luego para organizar tus horarios y agregar tus horas extra. Manténte en posición.

Y sin más, se retiró con sus largas y fuertes pisadas. Apenas estuvo completamente fuera de su campo de visión, su postura se relajó notablemente. «Maldito Kai,» pensó. «¿Por qué no puedes quedarte en tu maldito puesto por más de cinco minutos?»

Sin duda alguna, Kai era su mejor amigo, aunque desde que empezó a salir con Orla ya casi no lo podía ver. Él tenía que prácticamente sacar cita para poder salir con Kai. A Camrie siempre le sorprendía como alguien como Kai, que estuvo con todas las chicas que lo dejaban, ahora se dejaba controlar por una de ellas. Esto le demostraba el poder que llegaban a tener los tatuajes sobre tu comportamiento.

De la nada, empezó a sentir un extraño picazón en sus muñecas. ¿Habría llegado el momento? ¿A esto era a lo que se le llamaba previos? Sin poder controlarse, empezó a frotar sus uñas contra la piel afectada para ver si el sentimiento, que se volvía más molesto por segundo, se iba.           

Su muñeca derecha se encontraba un poco más roja que la izquierda y, mientras sus uñas hacían contacto con la piel, pequeños trazos color negro empezaron a aparecer en ella. General, se leía en una caligrafía un tanto desordenada. «Gracias al cielo,» pensó. «Si mi padre llegaba a enterarse de que no iba a ser general, una semana no me bastaría para descansar mis músculos desgastados.»

El oficio asignado no le sorprendía mucho, pero la caligrafía en la que aparecía escrito, sí. Cuando Kai había recibido sua tatuajes, la caligrafía había sido elegante y, bueno, femenina, lo que los había llevado a pensar que era la letra de Orla. Sin embargo, después de ver su primer tatuaje, estaba casi seguro de que su teoría no era correcta, pues la caligrafía era horrorosa y casi ilegible.   

De repente habían dos personas que se encargaban de los tatuajes: una que le importaba la apariencia de su trabajo, la que se había encargado de Kai, y a la que no le importaba nada, quien le había tocado a él.

Con buen humor, pues sabía que su padre estaría feliz de que Camrie sea su sucesor oficial y podría considerar aflojar su entrenamiento un poco, concentró la atención de sus uñas en la muñeca izquierda, que, gradualmente pero de manera más lenta que como había sido con la derecha, empezaba a picar más.

Lentamente, la primera letra se completó, formando una desordenada 'O.' Un sonido de alarma se disparó en su cerebro. Una 'O' significaba que sus oportunidades con Dabrik se habían ido muy a la mierda. Una 'p' se formó después y la 'h' la siguió. ¿'Oph'? ¿Qué clase de nombre era ese? Sin embargo, una 'e' alargó el nombre y la 'l' hizo lo mismo. Para, ahora sí, terminar de desvelar la identidad de la chica misteriosa, una 'i' y un 'a' aparecieron detrás. Ningún apellido apareció, sino un guión en su lugar.

¿Qué significaba eso?

¿Sería que nadie estaba al tanto de quienes eran sus padres así que no tenía apellido? ¿O había sido abandonada y vivía con los indigentes y no tenía apellido oficial porque había sido adoptada por uno de ellos?

Deseaba con todas sus fuerzas que no sea la última opción, pues su padre estallaría si empezara a salir con una de ellas. Criminales, como solía llamarles su padre cuando estaba a solas con Caprie, su hermano mayor.

A Camrie, por otro lado, podría importarle menos saber de donde venía Ophelia. Lo único que quería hacer era sallir con ella, abrazarla y besarla. Y no necesariamente en ese orden.

¡ALOOO! Me demoré un poco en subir pero es que me costó escribir el capítulo y creo que va a ser así por un tiempo más, pues estoy acostumbrada a escribir La Chica Escarlata, que es un poco diferente.

Camrie ya sabe que debe estar con Ophelia, ahora hay que esperar que ella también lo sepa.

¿Creen que Camrie la va a aceptar aún siendo una Aegri?

Les mando un gran beso y muchos agradecimientos.

LOS AMO♥.

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