15 - Laberinto.

401 60 8
                                    

Estaba dándome un baño tranquilamente, cuando Bela entró a la habitación casi a la carrera. Me miró, colocó su mano en el pecho, parecía aturdida.

― ¿Qué haces todavía ahí dentro?

― ¿No lo ves? ―Reí.

Agarró una toalla blanca que había sobre una banqueta al lado de la bañera y me miró de tal forma que temí por mi vida. Salí de entre el agua tibia y ella me tapó antes de que me congelase.

―Venga, venga. Sécate rápido, no hay tiempo.

― ¿Para qué no hay tiempo, Bela?

Ignorando mi pregunta, fue hasta mi armario, lo abrió y comenzó a rebuscar en él a toda prisa. Cuando encontró algo de su agrado lo colocó sobre la cama con cuidado y salió a por una criada.

―Ayúdala a terminar cuanto antes. ―Le ordenó a la sirvienta. ―Y tú. ―Dijo ahora señalándome. ―Te quiero lista y sin discusión para cuando Peter venga a por ti. ¿Comprendes?

Tan solo asentí y ella se esfumo como el humo. La otra mujer en la habitación estaba esperándome con las prendas íntimas ya en las manos para ayudarme a vestirme. No se lo hice difícil, ya que si no la ira de Bela recaería sobre mí y no quería eso. Me estremecí.

Ya estaba completamente arreglada, en mi opinión bastante más elegante que para una ocasión normal. El vestido que Bela había elegido poseía volantes por el escote y las mangas, y además dejaba mis hombros al descubierto. Era de un color tostado claro y se ceñía a mi cintura con una banda de cuero de un color más oscura que la tela del vestido. Por lo menos podía respirar. Suspiré a la espera de Peter.

Justo en aquel momento el aludido llamó a la puerta y mi doncella fue a abrirla. Él entró al interior de la habitación y se colocó frente a mí. Entonces me fijé en que portaba algo entre sus manos.

―Para una bella dama. ―Me tendió el objeto.

Éste era una fina máscara a juego con el vestido y estaba compuesta de un largo palo unido a uno de los extremos de ésta. Era preciosa.

―Oh, gracias Peter

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

―Oh, gracias Peter.

―Nos están esperando abajo, ¿Me acompañas? ―Me tendió su brazo y lo agarré, temerosa por lo que estos dos sin duda habían preparado.

― ¿Qué tramáis vosotros dos? ―Cuestioné.

―Nada. ―Respondió mientras se colocaba una máscara él, negra y simple.

Llegamos a las puertas del salón principal, el que estaba reservado para los grandes banquetes y las fiestas. Peter empujó las puertas y entonces allí vi a todos reunidos, bailando y comiendo en una agradable velada de máscaras. Había más personas de las normales en el castillo, seguramente nobles y señores de las tierras cercanas.

La Dama Caos. (Dioses Y Guardianas 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora