33 - Despedidas.

263 46 9
                                    

Oniel tenía razón, debíamos marcharnos. No permitiría jamás que la plaga que era Ocex dañase a este pueblo inocente. Sin embargo, algo me dolía mucho más... si quería que todos estuvieran a salvo debían de olvidarnos también a nosotros y el tiempo que vivimos en el castillo. Nos teníamos que marchar y así sería menos doloroso para las personas que dejábamos atrás.

No hizo falta decirle mi pequeño cambio de planes a Oniel, puesto que ya sabía lo que deseaba sin necesidad de expresarlo en voz alta.

Cogidos de las manos nos aparecimos en la Dimensión Creadora. Todo aquí era mucho más luminoso, puro y vibrante a los sentidos. Podrías no desear regresar jamás a ningún otro plano de la existencia.

— ¿Estás preparada? —Cuestionó Oniel.

—Lo estoy. —Respondí escueta, mientras la tristeza me corroía por dentro con fuerza.

El suelo bajo nuestros pies comenzó a temblar con fuerza y surgieron grietas de él. De estas se escapó un espeso humo, el cual inundó toda la zona que habíamos delimitado. El gas no haría otra cosa que dormir en un profundo sueño a todos. Era lo mejor, así ninguno de los habitantes del castillo recordaría jamás todo lo acontecido en estos días, los desperfectos quedarían arreglados y las personas que ya no se encontraban entre ellos... simplemente habrían desaparecido y no buscarían una razón.

No sabrán de nuestra existencia, ni de la de Ocex.

Necesitaba despedirme de mis amigos antes de partir finalmente. Aunque ellos no supieran que estaba a su lado... yo no podía dejarles sin saber que iban a estar bien. Era algo que debía hacer para poder seguir mi camino contra el desterrado y acabar de una vez por todas con su legado de maldad y odio.

A mi lado se encontraba Oniel todavía. Me miraba sin decir una sola palabra. Evitar tirarme a sus brazos en busca de un pequeño consuelo era como intentar no respirar. Imposible. Su cálida respuesta me reconfortó en lo más hondo de mi alma inmortal. Por muy malas decisiones que hubiera tomado en el pasado, él era mi otra mitad, quién me completaba. Acarició mi pelo con su nariz, enterrando su rostro en mi cuello.

            Cuando salí del tierno cobijo de su cuerpo, agarré su mano y nos guié hasta la entrada de la cabaña

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Cuando salí del tierno cobijo de su cuerpo, agarré su mano y nos guié hasta la entrada de la cabaña.

— ¿Podrías esperarme aquí mientras... me despido? —Cuestioné con la tristeza desbordándose.

—Por supuesto, mi pequeña mujer.

Acarició mi mejilla cálidamente y entró al interior de la casita, dándome el espacio que le había pedido. Nadie mejor que él para entender lo que estábamos haciendo. Él hizo algo muy parecido cuando me abandonó...

Estos amargos sentimientos hacían que aflorasen todos mis más negro pensamientos.

Armándome de valor para lo que tocaba hacer, fui hasta donde se encontraba Bela. Todo esto desde la Dimensión Creadora. La vi sentada bajo un árbol con la espalda apoyada contra este, desmayada. Ella no me reconocería, ni recordaría nunca todo lo que significa para mí su amistad. Daba gracias a que no podía saber que estaba allí, en esta dimensión era imposible que nadie lograse hacerlo.

—Isabela Aurasi, me acogiste en tu vida con los brazos abiertos sin importarte de donde venía... te hiciste un hueco en mi corazón y jamás olvidaré tu gran bondad. Te quiero y ojalá recordases algún día todo lo que hemos vivido.

Los dedos los sentí temblorosos mientras deslicé una delicada caricia sobre su rostro, contuve las lágrimas a duras penas.

Transporté su cuerpo a su habitación en el castillo, haciéndola aparecer sobre el lecho. En aquella cama fue donde tan apenas unas horas descansaba su frío cuerpo inerte y vacío de vida... tuve que obligarme a enfocar mis pensamientos en otra cosa diferente...

Visualicé a Peter en ese momento y a continuación me encontraba a su lado. Se encontraba inconsciente en un sillón de su habitación, igual que Bela, por nuestro pequeño truco mental sobre ellos. No podía marcharme sin arreglar la situación entre estos dos tontos. Sabía de sobra que se amaban con locura, pero que ambos no tenían el suficiente valor para expresarlo.

—Peter Munise, cuando despiertes te pido, de una vez por todas, que dejes de ser un asno con tu querida Isabela... Demuéstrale tus sentimientos, todo lo que significa para ti antes de que sea tarde... Y aunque tú no te vayas a acordar de que alguna vez formé parte de tu vida, te quiero, eres como un hermano para mí. Gracias por ser mi gran apoyo en esta vida mortal. Nunca abandonarás mi corazón.

Besé su frente antes de finalmente salir de las vidas de las dos mejores personas que había conocido, por ellos es que todavía existe una humanidad en mi interior. Tenía un nudo en la garganta, no podía permitirme derramar ni una sola lágrima o no cesaría nunca con estas.

Suspiré con fuerza y abrió los ojos, se los rascó con los pulgares, desorientado.

—Adiós Peter, hermano.

Fueron y serán las últimas palabras que le diga. Para siempre mientras dure su vida mortal. Deseaba con todas mis fuerzas que fuera larga y feliz junto a las personas que más ama.

La Dama Caos. (Dioses Y Guardianas 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora