37 - Unidos.

233 32 7
                                    

Habían pasado unos meses desde que la verdad sobre Ocex fue revelada al resto de Dioses. La sorpresa fue tremenda, pero se repusieron rápido. La vida de millones de inocentes sufre de un peligro inimaginable.

El desterrado no había vuelto a dar señales de vida desde que le espanté del templo de Zephía. Estaba muy débil para enfrentarse contra mí... el muy cobarde.

Debido a esta tensión constante no habíamos vuelto a nuestra dimensión por miedo a que fuera demasiado tarde. Nos encontrábamos en un templo de la Dimensión Divina y al menos aquí podíamos sentirlo casi al instante. Habíamos estado yendo de una punta a otra de la Dimensión M ortal sin conseguir nada, estábamos siendo distraídos a conciencia por él.

—Esto es desesperante, Oniel. —Le dije cuando salí del trance, en el cual me había sumergido para intentar ver alguna pista de él.

—Lo sé, pequeña. —Besó mi frente cariñosamente.

—Tengo la sensación de que está jugando con nosotros y que en cualquier momento menos esperado nos atacará.

No podía evitar sentir esto desde hacía unos días... Una voz en mi cabeza no paraba de repetírmelo.

—Yo también lo siento...

Esto no era ninguna coincidencia, si ambos dos poseíamos esta misma percepción... debía de ser una muy mala señal. Él siempre se ha escondido de nosotros, nunca ha luchado de cara... es taimado y engañoso. Sus últimos recipientes fueron mucho más poderosos de lo que alguna vez jamás fueron y sin embargo nunca se enfrentó abiertamente a sus creadores.

Ahora no creo que se conformara con un ser más bajo que estos. Es un ser ansioso de poder. Intentó volver a entrar en Dríane pero lo impedimos... No podía ser... él estaba en uno de nuestros hijos y por eso no lo habíamos detectado, seguramente camuflaba su poder oscuro con el del Dios al que ocupaba como un parásito.

—Oniel. —Llamé a mi compañero en busca de su atención.

—Dime, Eilenor. —Respondió viniendo junto a mí.

Le conté mis elucubraciones, esperando que él le diese otro giro y me dijera que no podía ser. No obstante...

—Creo que tienes razón. ¿Cómo se nos ha podido pasar por alto algo así?

—No pensamos como alguien con ansias de poder... somos a veces demasiado confiados y el amor por el reencuentro con nuestros hijos nos ha nublado el juicio. ¡NO! —Grité al final.

¿Cómo había podido ser tan estúpida y no darme cuenta de que el hijo al que más amaba era el que Ocex tomaría primero como su recipiente? Eso explicaba la actitud fría y distante de Hux la última vez que fui a la Dimensión Infernal, además era el escondite perfecto, se suponía que él estaba vigilándola.

Una rabia candente se apoderó de mí ser. Esa misma que me había hecho destruir a millones tiempos atrás.

Oniel se encontraba a mi lado y no comprendía que era lo que me había puesto así de colérica. Me agarró por los hombros, su intención era calmarme, le oía a lo lejos intentar llegar a mí.

—Enhid. —Me llamó por mi nombre real. Mi nombre del Caos. —Cuéntame que ocurre o no podré ayudarte. Ahora tenemos una ventaja sobre él que jamás hemos tenido en el pasado. Pero debemos de actuar juntos, jamás nos hemos enfrentado a Ocex juntos, salvo cuando le desterramos.

Él tenía razón. Respiré hondo y me enfoqué en los orbes multicolores, los cuales me observaban y me colmaba de una paz que no sentía en aquel momento.

—Tenemos que librar a Hux, Oniel. Es a él al que ese desgraciado, ese malnacido, le está chupando su energía como el parásito que es.

— ¿Estás segura?

—Completamente. Ocex tiene a Hux en su poder. Ahora sé que es lo que no estaba bien.

Tras haber debatido entre los dos si pedir ayuda al resto, decidimos que era mejor enfrentarse a Ocex nosotros solos, unidos. Jamás lo habíamos hecho antes, salvo cuando desterramos su alma al plano mortal. Sin embargo todo el poder que ha recolectado en este tiempo le ha permitido regresar a los otros planos. Nunca debimos de permitir dejar su alma vagar libre por ninguna de las dimensiones.

El problema de la compasión de Sthax en su momento nos había traído al ahora. No obstante ambos habíamos comprendido que no podíamos actuar por libre o no lograríamos acabar con esta amenaza jamás.

Ni todo es bueno, ni todo es malo. Lo que está claro es que ahora al desterrado le iba a caer un poco de Caos encima, luego el Orden se encargaría de la limpieza. A pesar de mis ansias de aniquilación y destrucción Ocex no se alojaba en un cuerpo cualquiera, era el de Hux y no pensaba por ninguno de los medios acabar con su vida para terminar con la del desterrado.

Necesitábamos una forma de hacer que saliera de su anfitrión para destruirle en su verdadera forma.

— ¿Se te ocurre algo para hacerle huir? —Le cuestioné a Oniel.

—Si no se te ocurre a ti que eres la experta... —Comentó intentando aligerar la tensión.

—Eres demasiado rencoroso mi queridito esposo. —Le reproché.

Los brazos de Oniel se instalaron alrededor de mi cuerpo y suspiré gustosa de sentirle. Apoyé mi cabeza sobre su pecho e inspiré el fresco aroma que desprendía.

— ¿Y si le hacemos creer que vas sola? Siempre sueles ir a ver a Hux a su plano, no sería extraño que aparecieras y...

Oniel me contó su idea del principio de un plan y la verdad que estaba bastante bien. Entre los dos terminamos de perfeccionarlo, esperando que nada saliera mal y así poder acabar de una vez por todas con ese ser.

Hux espera por nosotros, ya vamos.

La Dama Caos. (Dioses Y Guardianas 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora