IV

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No hemos hablado mucho desde el sábado, pero aquí estoy otra vez, convaleciente.

No porque hayas dejado en claro que ya no querías verme, sino porque de verdad estoy muriendo.

No es una enfermedad del alma, como había supuesto en un arranque de vehemencia artística a la que me he abandonado mucho los últimos días.

Se trata de un cuerpo que ya estaba pudriendose, mucho antes de conocerte.

Lo siento si jamás te lo dije, no suelo ser muy claro en esos aspectos de un asunto tan personal como lo era mi condición.

No quería causar en ti lo que había causado en algunos, y tampoco quería que la razón de tu compañía fuera la de otros muchos. Lo lamento.

-J

Cartas A Mi Mejor Amigo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora